En septiembre de 2007, aviones de combate israelíes destruyeron un complejo en el desierto sirio de Deir Ezzor, donde Israel afirmaba que se estaba construyendo un reactor nuclear con ayuda de Corea del Norte. El Gobierno de Bashar al Asad negó la acusación, sosteniendo que se trataba de una base militar. Durante años, ambas versiones coexistieron en un ambiente de sospecha.
Dieciocho años después, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha presentado pruebas que apuntan a la existencia de uranio procesado en el sitio mencionado.
Unas pocas partículas
Según un informe confidencial citado por APNews, los inspectores del OIEA encontraron “una cantidad significativa de partículas de uranio natural” en uno de los tres sitios examinados en los últimos dos años.
Un plan nuclear nunca reconocido
La historia de este “reactor fantasma” se remonta a 2011, cuando el OIEA ya había estimado que el edificio destruido por Israel era “muy probablemente un reactor nuclear que debería haber sido declarado” por Siria. De acuerdo con APNews, la instalación habría sido construida con apoyo de ingenieros norcoreanos, lo que explicaría el hermetismo del régimen de Bashar al Asad.
Rafael Grossi, director del OIEA, reconoció que algunas actividades en Siria “probablemente estaban relacionadas con armas nucleares”, aunque Damasco siempre lo ha negado. Tras el bombardeo israelí, el régimen niveló el terreno de Deir Ezzor para borrar evidencias y no respondió plenamente a las preguntas del organismo internacional.
La caída de al-Ásad
La situación cambió con el derrocamiento de Bashar al Asad el año pasado, tras casi quince años de guerra civil. El nuevo gobierno interino, liderado por Ahmed al Sharaa, ha mostrado disposición para cooperar con la agencia nuclear de la ONU y en junio permitieron la toma de muestras ambientales por segunda vez.
No obstante, el proceso no ha sido sencillo. Según The Independent, la salida de Asad interrumpió temporalmente la investigación. Grossi admitió en diciembre de 2024 que aún había muchas incógnitas. Sin embargo, con el restablecimiento de contactos este año, el OIEA se muestra optimista sobre resolver las cuestiones pendientes relacionadas con las actividades nucleares pasadas de Siria.
Una región marcada por la proliferación
Más allá del caso sirio, los hallazgos se inscriben en una región afectada por la proliferación nuclear. Como se ha señalado, Israel ha bombardeado instalaciones en Irak, Irán y Siria para evitar que sus enemigos desarrollen armas atómicas.
Grossi alertó que el vacío de poder en Siria podría facilitar el saqueo de materiales nucleares en centros de investigación.
¿Un futuro nuclear civil para Siria?
Paradójicamente, el nuevo liderazgo sirio ha expresado interés en explorar un programa nuclear civil. Según Al Jazeera, el presidente interino al Sharaa discutió con el OIEA la posibilidad de utilizar pequeños reactores modulares para generar energía y solicitó ayuda para reconstruir la infraestructura médica nuclear, devastada por años de conflicto.
El OIEA ha manifestado su disposición a colaborar en estas áreas bajo un marco transparente de salvaguardias.
Un expediente por cerrar
La historia del reactor de Deir Ezzor parece estar llegando a su fin. Lo que comenzó como un bombardeo envuelto en polémica y negaciones ahora se corrobora con evidencia científica.
El OIEA sostiene que las nuevas muestras permitirán cerrar el caso, aunque persisten preguntas sobre la magnitud del programa nuclear clandestino de Siria, los actores externos involucrados y si el país podrá reorientar su relación con la energía nuclear hacia usos pacíficos.
Dieciocho años después del ataque israelí, el reactor fantasma ya no es un rumor, sino la prueba de un secreto que Damasco intentó ocultar en el desierto.
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