La votación en la provincia de Buenos Aires se ha convertido en un plebiscito para evaluar la gestión del Gobierno de Javier Milei. El presidente ha afirmado que un buen resultado en estas elecciones podría marcar el final del kirchnerismo.
Sin embargo, la elección se presenta como un desafío, dado que cerca del 70% de la población está bajo la gestión de intendentes de Fuerza Patria. Esto significa que el éxito dependerá en gran medida de la fuerza de tracción de estos intendentes, ya que no hay un candidato nacional que lidere la contienda.
Históricamente, las elecciones de medio término en Buenos Aires no han influido significativamente en los resultados de las elecciones presidenciales. Ejemplos como la victoria de Francisco De Narváez en 2009 o el desempeño de María Eugenia Vidal en 2019 lo demuestran.
Además, la comunidad inversora ha puesto un enfoque inusual en esta elección provincial, lo que refleja una falta de confianza en el oficialismo y en el plan libertario. A pesar de que los números de la campaña de La Libertad Avanza parecen positivos, la preocupación por la abstención es palpable, ya que podría afectar drásticamente los resultados.
Los analistas señalan que la falta de un liderazgo fuerte en la provincia no garantiza una proyección nacional. La llamada “maldición de Alsina” indica que ningún gobernador bonaerense ha accedido a la presidencia por voto popular en más de un siglo.
En el ámbito financiero, se anticipa que el Gobierno deberá recalibrar su plan económico, ya que las provincias dependen de la estabilidad del mercado para cumplir con sus obligaciones financieras. Las conversaciones con el Banco Central y las medidas de ajuste son inevitables para enfrentar la crisis de liquidez actual.
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