Muchas personas sienten adoración por los perros y no dudan en acariciarlos cuando están en la calle; incluso, les brindan cariño a perros callejeros que no tienen dueño y no saben cómo van a reaccionar al llamado. Este comportamiento, que al principio podría parecer arriesgado, tiene un significado muy particular para la psicología y revela grandes rasgos de la personalidad del individuo.
De acuerdo con el estudio titulado Explorando la cadena causal conductual en los patrones de alimentación de perros en libertad en el sur de Irán, publicado en la revista Nature, muchas personas actúan motivadas por empatía y compasión. No se trata solo de un impulso momentáneo, sino de una respuesta emocional profunda ante el sufrimiento o la vulnerabilidad del animal.
En contextos como el de Irán, también se identificaron motivaciones religiosas o culturales, como el rechazo al desperdicio de comida, que lleva a compartirla con los perros. Lo más interesante es que este vínculo emocional no requiere una relación previa con el animal. Los perros callejeros despiertan en muchas personas una sensación de responsabilidad afectiva.
Además, el estudio propone un modelo de causalidad conductual: las experiencias positivas refuerzan el comportamiento de alimentar o acariciar, mientras que las negativas lo inhiben. Es decir, cada encuentro no solo es una acción aislada, sino parte de una cadena emocional que se retroalimenta. Este modelo ayuda a entender por qué algunas personas desarrollan vínculos duraderos con perros callejeros y llegan incluso a cuidarlos regularmente, mientras que otras los evitan por completo.
Las personas que acarician perros en la calle tienden a tener perfiles psicológicos más sociables y empáticos. Este gesto puede tener un profundo impacto emocional y psicológico, interpretándose como un acto de empatía, respeto y bienestar compartido, que permite reconocer la existencia del animal y ofrecerle afecto incondicional, a la vez que se recibe una conexión emocional auténtica.
Según la investigación titulada Efectos psicosociales y psicofisiológicos de las interacciones entre humanos y animales: el posible papel de la oxitocina, publicada en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, el contacto con perros puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumentar la oxitocina, la hormona asociada con el vínculo y la felicidad.
De esta forma, se genera un efecto calmante y aumenta el bienestar general. Estos efectos positivos se observan incluso con interacciones breves con perros ajenos, lo que resalta el valor psicológico del contacto físico con estos animales, incluidos los perros callejeros. También se encontró que el contacto físico con canes aumenta la actividad cerebral en áreas relacionadas con la regulación emocional y la interacción social, lo que sugiere que acariciarlos puede activar procesos atencionales y emocionales en el ser humano y promueve un estado de alerta emocional positivo.
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