Un estudio reciente ha revelado que muchas redes sociales se han vuelto profundamente disfuncionales. En lugar de unir a las personas en un espacio público utópico y fomentar un intercambio saludable de ideas, estas plataformas a menudo crean burbujas de filtro o cámaras de eco. Un pequeño número de usuarios destacados acapara la mayor parte de la atención e influencia, mientras que los algoritmos diseñados para maximizar el compromiso amplifican la indignación y el conflicto, lo que aumenta la polarización.

Se han propuesto numerosas estrategias de intervención a nivel de plataforma para combatir estos problemas, pero según un preprint publicado en arXiv, ninguna de ellas es probable que sea efectiva. Los autores del estudio, Petter Törnberg y Maik Larooij de la Universidad de Ámsterdam, utilizaron un modelo de simulación basado en agentes y modelos de lenguaje para simular el comportamiento en redes sociales. “Lo que encontramos es que no necesitábamos introducir algoritmos, todo surgió del modelo base”, afirmó Törnberg.

Los investigadores probaron seis diferentes estrategias de intervención, que incluyen cambiar a feeds cronológicos o aleatorios, invertir algoritmos de optimización de compromiso, y aumentar la diversidad de puntos de vista. Sin embargo, los resultados fueron decepcionantes. Solo algunas intervenciones mostraron mejoras modestas, y ninguna logró interrumpir los mecanismos fundamentales que producen efectos disfuncionales. Algunas intervenciones, como el orden cronológico, redujeron la desigualdad de atención pero intensificaron la amplificación de contenido extremo.

El estudio también destaca que la deliberación política efectiva requiere diversidad de opiniones y un equilibrio de influencia entre los participantes. Sin embargo, las redes sociales tienden a crear influenciadores que dominan la conversación, lo que dificulta el diálogo equitativo.

Los autores concluyen que los problemas inherentes a la estructura de las redes sociales hacen que sea extremadamente difícil encontrar soluciones efectivas. La dinámica de atención y la polarización están profundamente arraigadas en la arquitectura misma de estas plataformas, lo que sugiere que, sin un rediseño fundamental, es probable que continuemos atrapados en ciclos tóxicos.

El estudio de Törnberg y Larooij plantea preguntas importantes sobre el futuro de las redes sociales y su impacto en la política y la sociedad. A medida que la tecnología avanza, la necesidad de repensar las dinámicas de interacción en línea se vuelve cada vez más urgente.

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