La información personal que compartimos en internet alimenta la inteligencia artificial (IA) y es utilizada por empresas que la almacenan, en un contexto donde las leyes no se cumplen adecuadamente. Esto pone en riesgo la privacidad y seguridad de las personas.
Los datos como un recurso valioso
Los datos son dinero. Aquellos que los gestionan en grandes volúmenes generan negocios millonarios, mientras que los individuos que los proporcionan, a menudo sin saberlo, no reciben compensación. Existe una cantidad abrumadora de información sobre las personas: millones de mensajes de texto, correos electrónicos, historias clínicas y transacciones que dejan huella, además de imágenes captadas por cámaras de seguridad. La IA se entrena con estos datos, y su capacidad de mejora depende de ellos.
Las personas, ya sean físicas o jurídicas, son las dueñas de sus datos, aunque muchas hayan perdido el control sobre ellos. En Argentina, la ley 25.326 de protección de datos personales establece que, aunque los datos estén en posesión de un tercero, la propiedad sigue siendo del titular.
Riesgos de la pérdida de control
El mayor riesgo de perder el control sobre los propios datos, según organismos internacionales como la ONU y el Banco Mundial, se relaciona con la privacidad. Especialistas advierten sobre la necesidad de tener “más conciencia” sobre las consecuencias, como el robo de identidad y el acceso no autorizado a cuentas privadas.
En su ensayo Los ingenieros del caos, Giuliano Da Empoli analiza cómo la política utiliza datos de las redes sociales para crear narrativas polarizadoras. Tanto el marketing político como el empresarial analizan datos y, con la ayuda de la IA, identifican patrones para hacer sus acciones más efectivas.
‘Al entregar datos, quien se está donando es la persona. Lo que se entrega es el individuo, que sirve para que otro haga dinero’, advierte la especialista Vanina Martínez.
Los casos de hackeos a bases de datos son cada vez más comunes, lo que reaviva la discusión sobre los peligros a los que están expuestos los propietarios originales de los datos. Según el Foro Económico Mundial, el 90% de las organizaciones sufrieron al menos un ciberataque en el último año.
Conciencia sobre el uso de datos
“Al entregar datos, quien se está donando es la persona. Lo que se entrega es el individuo, que sirve para que otro haga dinero”, afirma Vanina Martínez, especialista en Ciencias de la Información e Inteligencia Artificial. Se debe cuestionar la información que se entrega a cambio de servicios, y es fundamental saber para qué se utilizarán esos datos.
Si se detuviera la entrega de datos por parte de los usuarios, se frenaría el avance de la IA. Martínez advierte que el desarrollo de modelos predictivos se basa en el análisis de datos históricos y actuales, y estos se utilizan no solo para identificar productos de interés, sino también en ámbitos como el judicial.
El presidente de Salesforce, Marc Benioff, sostiene que “solo con transparencia radical la tecnología podrá alcanzar nuevos niveles de confianza”. En Argentina, la ley de protección de datos está desactualizada frente a las nuevas tecnologías de recolección y análisis de datos. Aunque prohíbe el uso de datos para propósitos distintos a los de su recolección, la falta de cumplimiento es evidente.
El papel de los gobiernos
Andrés Piazza, director del Instituto de Desarrollo Digital de Latinoamérica y el Caribe, señala que muchos países están avanzando en regulaciones debido a los riesgos que la IA supone para las personas. Los usuarios deben ser conscientes de que si permiten a empresas como Meta acceder a sus conversaciones de WhatsApp, esa información se utilizará para entrenar la IA.
La ley de protección de datos en Argentina, aunque prohíbe el uso indebido de datos, no se está aplicando de manera efectiva. Laura Alonso Alemany, docente de Ciencias de la Computación, menciona que no hay una definición clara sobre cuándo alguien obtiene valor a partir de datos ajenos, lo que crea incertidumbre y desconfianza entre quienes desean publicar sus obras en internet.
El escaneo del iris por parte de empresas como World, que busca crear una identidad digital única, ha suscitado controversia. La Agencia de Acceso a la Información Pública de Argentina investiga si se ha infringido la ley de protección de datos. Alonso Alemany advierte que permitir el escaneo del iris equivale a ceder un dato biométrico irreversible, lo que vulnera derechos básicos.
Sin embargo, Martínez señala que empieza a surgir una conciencia social sobre la privacidad, reemplazando la idea de que “no importa lo que hagan con mis datos”. Tim Berners-Lee, creador de la web, afirmó que en el futuro cada persona será dueña de sus datos, un objetivo en el que trabaja activamente.
En el ámbito empresarial, Juan Santiago, cofundador de Santex, destaca que la propiedad de los datos sigue siendo ambigua, a pesar de las leyes existentes. La falta de regulación clara puede llevar a un “salvaje oeste” en el uso de datos, donde las empresas buscan maximizar sus beneficios a expensas de la privacidad de los usuarios.
Finalmente, la firma de abogados DLA Piper clasifica los regímenes de protección de datos en el mundo, destacando que, si bien Argentina tiene una ley robusta, la efectividad de su aplicación es cuestionable. En el contexto actual, los gobiernos deben encontrar un equilibrio entre la innovación tecnológica y la protección de la privacidad de los ciudadanos.
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