PEKÍN.- Este miércoles, el líder chino Xi Jinping presidirá un despliegue militar por las grandes avenidas del centro de Pekín, donde se exhibirán misiles hipersónicos, drones subacuáticos, tanques y blindados de última generación, en conmemoración del 80° aniversario de la victoria de China en la “Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa y Guerra Mundial Antifascista”.
Con la presencia del presidente ruso, Vladimir Putin, y más de 20 jefes de Estado aliados, Xi busca enviar un mensaje sobre la capacidad de combate de China y su ambición de igualar militarmente a Estados Unidos para mediados de este siglo.
A pesar de esta demostración de fuerza, hay señales de que Xi no está satisfecho con los avances en sus objetivos militares. En los últimos dos años, al menos dos docenas de oficiales militares de alto rango y ejecutivos de empresas de defensa han desaparecido o han sido removidos de sus cargos.
Esta purga forma parte de una campaña para erradicar la corrupción endémica que podría socavar la capacidad de las fuerzas armadas para tomar el control de Taiwán o alcanzar los objetivos militares de Xi.
“Si hay líderes militares corruptos o políticamente poco fiables, eso conlleva inherentemente a que haya problemas de preparación”, señala Lyle Morris, experto en el ejército chino del Asia Society Policy Institute.
El control político también es un aspecto crucial: Xi recuerda a los altos mandos la importancia de mantener su lealtad a él y a una misión que considera clave para su legado. Ha hecho de la modernización del Ejército Popular de Liberación (EPL) su prioridad, construyendo la armada más grande del mundo y cuadruplicando el arsenal nuclear del país.
Xi ha ordenado al ejército que esté preparado para una posible invasión a Taiwán para 2027, y solo cuando esta isla esté bajo control de Pekín, China podrá alcanzar un “rejuvenecimiento nacional”.
El líder chino considera que el fortalecimiento del ejército es parte integral de su “sueño chino”, que rivaliza con Estados Unidos por la hegemonía global. “El sueño de un ejército fuerte es parte integral del sueño chino: no hay uno sin el otro”, afirma Joel Wuthnow, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos Nacionales de EE.UU.
A pesar de que el poder de Xi no parece estar amenazado, la purga interna es notable por su alcance y por la antigüedad de los funcionarios expulsados, lo que refleja su control sobre el ejército y podría indicar un cambio en sus prioridades hacia la siguiente etapa de las reformas militares.
Xi ha transformado al ejército chino en un formidable adversario para Estados Unidos, desarrollando misiles hipersónicos intercontinentales, cazas furtivos avanzados y un tercer portaaviones con tecnología de lanzamiento de aviones que rivaliza con la de EE.UU.
La reestructuración del ejército ha sido posible gracias a su linaje dentro del Partido Comunista y a los lazos que ha cultivado en las fuerzas armadas. Cuando asumió el cargo, el ejército estaba plagado de corrupción, pero Xi tomó medidas rápidas para establecer un control más estricto.
En su primer mandato, destituyó a numerosos altos oficiales militares y promovió reformas significativas en la estructura de mando militar. Para Xi, la seguridad es tan importante como el desarrollo económico, y ha instado al ejército a una “lealtad absoluta” y a estar listo para “luchar y ganar” en la guerra.
“Xi tiene todo el foco puesto en contar con un ejército a la altura de una superpotencia”, concluye Oriana Skylar Mastro, experta en el ejército chino de la Universidad de Stanford.
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