El primer ministro francés, François Bayrou, se despidió a mediados de julio con el anuncio de recortes radicales de 44.000 millones de euros y medidas impopulares en los Presupuestos de 2026. Este lunes, ha comenzado el curso político con un anuncio inesperado: se someterá a un voto de confianza en la Asamblea francesa el próximo 8 de septiembre. La votación se realizará en una sesión extraordinaria sobre las finanzas públicas, donde se decidirá “la urgencia” de sus recortes: “Si no hay mayoría, el Gobierno caerá”, advirtió Bayrou. Tanto el Partido Socialista como la izquierda de Jean-Luc Mélenchon y la ultraderecha de Marine Le Pen han anunciado su voto en contra, lo que dificulta su continuidad.
“Estamos en un momento preocupante y decisivo” en el que “hace falta una clarificación: ¿Hay o no una urgencia nacional para reequilibrar las cuentas públicas y escapar a la maldición del endeudamiento? Esta es la cuestión central”, ha expresado Bayrou, quien busca posponer el debate presupuestario. “La discusión sobre las medidas es otra cosa, otra etapa diferente”, ha insistido.
Bayrou enfrenta la amenaza de censura a su Gobierno, ya que no cuenta con mayoría en la Asamblea y la oposición ha manifestado que no apoyará los Presupuestos tal como están presentados. Ahora inicia la carrera no solo para convencer sobre los recortes, sino también para conseguir apoyos que le permitan al menos comenzar a debatir el paquete: “Cada voto de cada diputado cuenta”, ha solicitado.
El anuncio es arriesgado, ya que la mayoría del bloque de izquierda ha declarado que no le otorgará su confianza. La Francia Insumisa de Mélenchon, ecologistas y comunistas han confirmado su postura. Olivier Faure, líder de los socialistas, ha afirmado que su partido tampoco apoyará la moción sobre la continuidad de Bayrou.
Desde el otro extremo del espectro político, el Reagrupamiento Nacional, partido de Le Pen, ha reiterado que “nunca apoyará a un Gobierno que toma medidas que hacen sufrir a los franceses”, según Jordan Bardella, presidente de la formación. “Solo la disolución de la Asamblea permitirá a los franceses decidir”, ha declarado Le Pen.
Aunque en una Asamblea tan fragmentada todo es posible, las cuentas no le favorecen a Bayrou, quien necesita que la mayoría de los 577 diputados voten a favor de que su Gobierno continúe. Con tres escaños vacantes, la votación requeriría 287 apoyos. Los partidos de la mayoría gubernamental, incluidos los conservadores de Los Republicanos, suman 210. Necesitaría el respaldo de los 66 diputados del Partido Socialista —que ha anunciado su voto en contra— y de otros partidos como Liot, formado por independientes.
Para justificar su decisión, Bayrou ha utilizado un tono solemne similar al que empleó en julio, al presentar los Presupuestos: “La dependencia a la deuda se ha convertido en crónica” y es “un peligro inmediato para Francia”, ha advertido. Ha explicado que, desde hace 20 años, “cada hora de cada día y cada noche la deuda ha aumentado en 12 millones”.
El ministro propone que se vote “en primer lugar, si estamos de acuerdo o no en que tenemos un problema de urgencia vital”, que es la deuda. Luego, “en un segundo tiempo”, se discutirán las medidas para abordarlo. “Nuestra libertad y nuestra soberanía están en juego”, ha insistido el primer ministro, quien ha mencionado ejemplos de países como Grecia, España y Portugal, donde en algunos casos “las pensiones se redujeron un 30%” durante la crisis de 2008.
El objetivo de los recortes de Bayrou es reducir la elevada deuda del país, que alcanza los 3,3 billones de euros, y el déficit actual del 5,4% del PIB, cifra que está lejos del 3% que establece Bruselas.
El plan, presentado a mediados de julio, sugiere “un año en blanco” en el que se congelará el gasto, con recortes de 44.000 millones de euros y la eliminación de 3.000 puestos de trabajo en el sector público. La medida más impopular, que tanto los sindicatos como la oposición consideran inaceptable, es la eliminación de dos días festivos: el Lunes de Pascua y el 8 de mayo, conmemorando el fin de la II Guerra Mundial. Bayrou ha admitido que esta medida es “negociable”.
Bayrou se reunió con el presidente Emmanuel Macron el pasado jueves en Brégançon, donde Macron pasa sus vacaciones estivales, para planificar el agitado otoño que les espera. La oposición había amenazado con censurarlo antes del debate de los Presupuestos, programado para mediados de octubre. Tanto la izquierda, incluidos los socialistas, como el RN, que hasta ahora se habían abstenido en las ocho mociones de censura presentadas contra el primer ministro en los últimos ocho meses, han tomado una postura más activa.
Ya se han convocado protestas en la calle, siendo la primera el miércoles 10 de septiembre, cuando se ha llamado a bloquear el país. Esta iniciativa proviene del movimiento Bloqueemos todo, que surgió en redes sociales, y los partidos de izquierda han indicado que se sumarán.
El primer ministro ha pasado todo el verano defendiendo su impopular proyecto, incluso ha abierto un canal en YouTube donde publica vídeos semanales para explicar algunas de las medidas de su controvertido paquete.
La última vez que se solicitó un “momento de clarificación” en Francia fue en junio de 2024, cuando Macron disolvió la Asamblea y convocó elecciones legislativas anticipadas. En la primera vuelta, el partido de Le Pen ganó, y en la segunda, el bloque de izquierdas, resultando en una Asamblea fragmentada que sumió al país en el caos institucional.
Bayrou es el tercer primer ministro que tiene el país desde entonces, y en los últimos ocho meses su Gobierno ha enfrentado ocho mociones de censura presentadas por distintos partidos de la oposición, todas superadas. Sin embargo, el voto de confianza anunciado por Bayrou implica un riesgo mucho mayor para su Gobierno.
Fuente original: ver aquí