Durante los meses de invierno, el Mar Argentino ofrece una variedad de pescados como cornalitos y anchoítas, que están en su mejor momento. Estos pescados son accesibles y se encuentran en abundancia, lo que los convierte en una opción atractiva para los consumidores.
Características de los pescados de invierno
Entre junio y agosto, las anchoítas y los cornalitos migran hacia la costa en busca de alimento, formando grandes cardúmenes que facilitan su pesca artesanal. Este fenómeno coincide con su periodo de mayor concentración y calidad, lo que significa que están más sabrosos y con mejor textura.
Los cornalitos y anchoítas son fundamentales en la cadena alimenticia marina, alimentándose de fitoplancton y otros organismos pequeños. Al ser pescados que se encuentran en la base de esta cadena, su impacto en el ecosistema es menor y, por lo tanto, se consideran opciones más limpias y saludables para el consumo.
Preparaciones y conservación
Ambos tipos de pescado son fáciles de cocinar y no requieren técnicas complicadas. Se pueden disfrutar fritos, en empanadas o en conservas. La anchoíta, en particular, tiene un sabor marino delicado que la hace versátil en la cocina.
El cornalito, crujiente por fuera y jugoso por dentro, se puede comer entero y es un bocado que ha perdurado a través de generaciones. Aunque en Buenos Aires no son tan comunes, la demanda puede incentivar su llegada a la ciudad.
Además, estos pescados pueden ser conservados mediante técnicas tradicionales como el escabeche o el curado, lo que permite disfrutarlos más allá de su corta duración. Esto resalta la importancia de la pesca artesanal y el consumo local, conectándonos con nuestra identidad gastronómica.
En resumen, consumir cornalitos y anchoítas en invierno no solo es una opción deliciosa y económica, sino que también apoya la pesca sostenible y los mercados locales.
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