El gobierno libertario de Javier Milei se aproxima a las elecciones en la provincia de Buenos Aires en un contexto de declive político y económico. La situación se ha caracterizado por una creciente paranoia en la Casa Rosada y un desánimo palpable en las redes sociales, así como la ilusión engañosa del kirchnerismo.
El mito de la infalibilidad de Milei se sustentó en tres pilares: solvencia técnica, un mensaje ético contra la corrupción estatal y una fuerte conexión emocional con sus seguidores. Sin embargo, este relato se encuentra en crisis en un momento crítico.
En los días previos a las elecciones, Milei inició su campaña con optimismo, transformando lo que se esperaba como unas elecciones municipales en una lucha contra el kirchnerismo. Sin embargo, ha terminado enfrentando una crisis de confianza, con su capacidad de gobernabilidad comprometida y los mercados en alerta.
Los resultados de la votación revelarán si Milei puede detener la espiral de incertidumbre que enfrenta su gobierno. Un “empate técnico” o una victoria de su coalición, La Libertad Avanza (LLA), podría ofrecer un respiro, pero no resolvería los problemas estructurales que han surgido.
La situación en las urnas determinará el clima con el que Milei comenzará a reconstruir su política cambiaria y las alianzas necesarias para gobernar, en un contexto donde la oposición ha comenzado a desafiar su autoridad.
El escándalo por las grabaciones de Diego Spagnuolo ha afectado la popularidad de los Milei y ha creado una atmósfera de persecución en la Casa Rosada. La respuesta del gobierno ha incluido una revisión exhaustiva de los despachos oficiales en busca de micrófonos ocultos, aunque no se encontraron pruebas de espionaje.
Las tensiones internas han aumentado, y el clima de desconfianza se ha intensificado, lo que ha llevado a la Casa Rosada a tomar medidas drásticas, incluyendo la prohibición de la difusión de grabaciones. Sin embargo, la falta de transparencia ha suscitado dudas sobre la legitimidad de sus acciones.
El gobierno ha denunciado una supuesta conspiración internacional que incluye a actores como los servicios rusos y el gobierno de Venezuela, lo que ha sido interpretado como una estrategia para desviar la atención de los problemas internos.
La polarización extrema y el discurso antikirchnerista han creado un escenario complicado para Milei, quien se enfrenta a la necesidad de buscar consensos para implementar su agenda política en un ambiente cada vez más hostil.
La incertidumbre sobre el futuro de su administración se intensifica a medida que se acercan las elecciones, y la presión sobre su gobierno se hace más palpable con cada día que pasa.
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