La política argentina continúa atrapada en viejos vicios y prácticas corruptas, como lo demuestra el reciente peritaje que autenticó los cuadernos del chofer Oscar Centeno, que documentan sobornos en el ámbito de la obra pública entre 2003 y 2015. Este caso, revelado por el periodista Diego Cabot en 2018, ha llevado a la imputación de varios empresarios y a un juicio que comenzará el 6 de noviembre, donde se examinarán más de 500 hechos de corrupción.
El juicio se presenta como una oportunidad para esclarecer la magnitud de la corrupción que ha permeado la política argentina, a pesar de que algunos actores políticos han descalificado el trabajo periodístico y han intentado minimizar la importancia de las pruebas. La Gendarmería ha afirmado que las copias de los cuadernos son auténticas, poniendo fin a las dudas sembradas por los acusados.
La historia de los cuadernos refleja una cultura de corrupción que se ha arraigado en la política, donde las candidaturas testimoniales y la falta de sanciones por mentiras a la sociedad son prácticas comunes. A pesar de la indignación pública que generaron estos casos en el pasado, la falta de reacción actual sugiere una normalización de estas conductas.
La situación se complica aún más con la aparición de candidatos provenientes del deporte y del espectáculo, lo que plantea interrogantes sobre su capacidad para legislar y representar adecuadamente a la ciudadanía. La política argentina parece estar lejos de abandonar sus viejas rutinas y vicios, lo que plantea un desafío significativo para la democracia y la transparencia en el país.
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