La identidad se define por límites: ser una persona o una cosa con características concretas. Esto ha llevado a la literatura a explorar historias de ruptura donde un personaje deja de ser quien era para convertirse en alguien nuevo. Este concepto es el punto de partida de las dos nuevas novelas de Juan José Becerra, Dos mujeres y Un hombre, que forman un díptico al abordar la transformación radical como tema, aunque cada una narra historias independientes.
El nexo entre ambas novelas es un encuentro casual: las protagonistas de una de las historias se cruzan con el personaje central de la otra, quien conduce un Cadillac rojo. Este evento es irrelevante en ambos relatos, pero avanza la lectura hacia una corriente subterránea que guía a los personajes hacia una vida alejada de las aspiraciones materiales, buscando una verdad más profunda.
En Un hombre, se narra la historia de un coleccionista de autos antiguos que, al construir un taller para guardarlos, descubre otro tipo de belleza. A partir de ese momento, deja de ser el coleccionista para transformarse en “El ingeniero”, “El Mecánico” y “El ladrón”, alejándose de su antigua identidad. Su hastío por el mundo material lo lleva a esta metamorfosis.
Por otro lado, Dos mujeres inicia con la narradora fascinada por María Isabel Di Pierro, quien grita en la Casa de Gobierno que no quiere ser nadie. Ambas caminan por Buenos Aires, generando una intimidad única. María Isabel ha renunciado a su familia y posesiones, dedicándose a causas altruistas. Ella es una poeta que se acerca a las cosas sin pensamientos, lo que revela “el secreto de su fuerza ambulante” y las lleva a un recorrido filosófico por un mundo consumido por lo material.
María Isabel recuerda a “Wakefield”, el cuento de Nathaniel Hawthorne, donde un hombre abandona su hogar para observar su vida desde la distancia. De forma similar, ella observa a sus hijos y marido, a quienes dejó atrás. Este cambio radical es difícil de concebir.
En contraste, la transformación del protagonista de Un hombre está menos relacionada con ideas y más con acciones que determinan su identidad. A pesar de tener todo lo que desea, no parece suficiente, lo que sugiere una multiplicidad de identidades en su vida.
Becerra utiliza un lenguaje que refleja la insuficiencia de una identidad para abarcar la experiencia vital. Su estilo alterna entre lo coloquial y lo poético, evocando un sentido profundo de revelación. “La primera vez que se va al mar es la segunda. La primera es mental y sucede cuando escuchás la palabra ‘mar’. Es una necesidad de regreso”.
El díptico de Becerra, aunque más modesto que otras obras como la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, ofrece una crítica a las aspiraciones de nuestro tiempo, presentando vidas alternativas de hombres y mujeres que buscan evadir las imposiciones de la época, que a menudo se presentan como la única opción.
Un hombre
Por Juan José Becerra
Seix Barral
101 páginas, $ 26.265
Dos mujeres
Por Juan José Becerra
Seix Barral
82 páginas, $ 26.265
Fuente original: ver aquí