La inédita intromisión de Donald Trump en la política doméstica de la Argentina tuvo dos impactos inmediatos. El primero fue que el anuncio de un préstamo de US$20.000 millones para reforzar las reservas frenó la corrida cambiaria que amenazó la semana pasada con llevarse puesto al equipo económico, que encabeza Luis Caputo . Desde el lunes hasta el jueves, hubo una súbita calma en los mercados, con caídas del valor del dólar y del riesgo país. Ayer, hubo otra vez turbulencias. No hay todavía señales nítidas de estabilidad y repunte a pesar del auxilio estadounidense.

El segundo coletazo fue netamente político, a partir del mensaje del influyente secretario del Tesoro, Scott Bessent , quien condicionó la ayuda financiera y las inversiones de las empresas de su país al resultado electoral de los comicios legislativos del 26 de octubre próximo. La admisión del funcionario trumpista ubicó a Estados Unidos como un actor determinante en la campaña y empujó a la oposición a un rediseño de su estrategia. Tomaron nota el peronismo, la izquierda y algunos legisladores que responden al bloque de los gobernadores: articulan para exigir que el empréstito sea debatido antes por el Congreso , donde el Gobierno perdió casi todas las votaciones que hubo en 2025 y están cerca de revertirse otros vetos de Milei. El contenido de los debates se imagina previsible: Patria, sí; colonia, no. Braden o Perón, o, en tiempos más contemporáneos Lamelas o ¿Cristina? Discusiones que calentarán la víspera electoral mientras la economía y los mercados siguen expectantes.

En el corazón del Gobierno, después de la euforia por el salvavidas que Trump le arrojó a Milei, un funcionario se animó a plantear algunas alarmas que surgen cada vez con más repetición a partir de los datos de la economía real. ¿Lo peor ya pasó, como aseguró el Presidente cuando anunció el proyecto de presupuesto 2026? Esta semana se conoció que la actividad económica cayó por tercer mes consecutivo, según el estimador mensual del Indec. Es el quinto mes en lo que va del año que resulta negativo. Otros dos informes del organismo de estadísticas oficial advirtieron sobre un derrumbe en el consumo y en las expectativas. Se trata de la Encuesta de Tendencia de Negocios a Supermercados y autoservicios mayoristas, que mide la evolución mensual de las ventas y sirve de termómetro del comercio y la industria.

Para la Unión Industrial Argentina (UIA) también las estadísticas siguen a la baja. “Los datos anticipados de agosto indican una baja de la actividad industrial en torno a -3% en términos interanuales. En la comparación mensual, luego de la caída de 2,3% en julio, se proyecta que agosto se mantenga en los mismos niveles”, precisa el último informe de la entidad fabril. En la UIA son cautos y evitan hablar de un derrumbe, pero confirman que hay un estancamiento. Martín Rapallini , jefe de la UIA, ya planteó el descontento de los industriales frente a diferentes interlocutores de la gestión libertaria. Rapallini conserva una silla en el Consejo de Mayo, el atajo que encontró el Gobierno para intentar consensuar para fin de año proyectos de reforma laboral e impositiva con aval empresario, sindical y de la oposición. Su éxito se anticipa hoy poco probable, según fuentes al tanto de lo debatido en las reuniones.

“La actividad económica continúa en caída, el empleo privado formal planchado en los niveles de 2015 y el salario de los trabajadores registrados está en el valor más bajo de la última década (- 30% contra 2015)”, escribió Luis Campos, abogado laboralista y director del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, un organismo que analiza estadísticas de empleo y salarios en base a datos oficiales. En un hilo de tuit, el 16 de septiembre, tras la presentación del presupuesto y previo al terremoto financiero, Campos dio las razones por las que difícilmente el empleo y los salarios repunten. “En materia de ocupación e ingresos el modelo ya dio todo lo que tenía para dar. En el mejor de los casos, el Gobierno podrá estabilizar la situación actual. Los datos de junio mostraban un estancamiento del empleo formal (SIPA). Es un modelo que no crea empleo. El salario también está estabilizado en niveles muy deprimidos. La inflación desaceleró, pero la actualización salarial también. Con este modelo los salarios no van a crecer”, señaló el especialista.

1. La peor parte todavía no pasó. En materia de ocupación e ingresos el modelo ya dio todo lo que tenía para dar. En el mejor de los casos el gobierno podrá estabilizar la situación actual, y no le va a resultar sencillo. Hilo

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