El presidente Javier Milei ha manifestado su entusiasmo por la película Homo Argentum, interpretando que esta ofrece una crítica al wokismo y plantea una dicotomía entre la “gente de bien” y los “kukas”. Sin embargo, se sugiere que la obra refleja un aspecto más profundo del “ser nacional”, que se caracteriza por el cinismo.
La crítica a la cultura woke aparece en solo dos de los dieciséis episodios de la película. Las falsas denuncias de violencia de género, mencionadas en el episodio “Piso 54”, son mínimas en comparación con las estadísticas criminales. Por otro lado, la crítica a cineastas que desprecian el indigenismo no es representativa de la población argentina ni de las comunidades LGBTQ+.
Además, hay elementos en la película que el presidente elige ignorar, como el personaje que, a pesar de ser un “facho”, muestra humanidad en situaciones críticas. Otro ejemplo es el custodio de seguridad que, en una circunstancia inesperada, se une a un trío sexual, desafiando su propia imagen conservadora.
La interpretación de Milei refleja un error común de las nuevas derechas, que tienden a reemplazar el sujeto político tradicional. Mientras que las izquierdas han centrado su atención en el obrero, las nuevas derechas han comenzado a enfocarse en minorías opuestas, como misóginos y xenófobos, en lugar de las históricamente oprimidas.
Milei se siente cómodo en esta narrativa y organiza su visión regresiva. Su rechazo no es hacia el peronismo, que históricamente representó al obrero, sino hacia los “kukas”, que han sustituido a este sujeto por identidades minoritarias. La decadencia argentina, según él, comienza en 1912 con la Ley Sáenz Peña, que introdujo la participación democrática, algo que considera repulsivo.
Para Milei, no hay un proceso histórico en curso, sino un carácter nacional que debe ser erradicado, simbolizado por el cinismo en Homo Argentum. La división que establece entre “gente de bien” y tramposos refleja su visión mesiánica, donde la noción de pueblo reemplaza a la del Estado, y la idea de República es sustituida por la de un líder carismático.
La noción del “ser nacional” proviene del romanticismo alemán y se ha adaptado a ideologías tercermundistas, donde se valora el particularismo sobre el universalismo. Esta visión, que presenta al individuo como un ser étnico más que cosmopolita, ha llevado a Milei a ver a los “kukas” como parásitos de un argentino exitoso, en lugar de reconocer la diversidad cultural y social.
Es contradictorio que quienes se autodenominan liberales apoyen la idea de volkgeist, que históricamente ha estado asociada a los peores nacionalismos. Esta postura segregacionista, que divide entre pueblo y antipueblo, refleja vicios que critican en los gobiernos kirchneristas, como el hiper-presidencialismo y la manipulación del Poder Judicial.
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