El gobierno de Javier Milei ha sorprendido al desprenderse de 160 funcionarios de alto rango en sus primeros 600 días de gestión. Entre ellos se encuentran algunos que han demostrado su idoneidad y cuentan con valiosos antecedentes en el sector público.
Uno de los casos más destacados es el de Miguel Blanco, quien fue destituido de su puesto como titular de la Sindicatura General de la Nación (Sigen), el principal organismo de control interno de la administración pública nacional.
Blanco, contador público con una amplia trayectoria en el ámbito empresarial, fue designado al frente de la Sigen poco después de que el actual gobierno asumiera. Aunque no pertenecía al círculo cercano de Milei, su experiencia lo hizo merecedor de un cargo clave, que requiere independencia política y honestidad.
Durante su gestión, la Sigen desempeñó un papel fundamental en la lucha contra la corrupción en un entorno público marcado por la ineficiencia. Blanco realizó auditorías que llevaron a la disolución de organismos ineficaces y reveló numerosas irregularidades, como las detectadas en el registro y financiamiento de comedores escolares.
Se constató que el 87% de las inscripciones en el Registro Nacional de Comedores y Merenderos presentaban irregularidades, y más de 38.000 establecimientos nunca habían sido auditados físicamente. Estas acciones han llevado a cuestionar la lógica detrás de la destitución de un funcionario tan competente.
La salida de Blanco plantea dudas sobre las decisiones del gobierno, especialmente cuando se mantienen en sus puestos a otros funcionarios que enfrentan severos cuestionamientos éticos. Esto podría desalentar la incorporación de profesionales valiosos del sector privado a la gestión pública.
Las sospechas sobre la administración de Milei continúan, especialmente en un contexto donde se han revelado prácticas corruptas en la Aduana, donde la recaudación de coimas sigue siendo una preocupación.
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