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La masacre en vísperas de la Segunda Guerra Mundial y su impacto actual

Los 1,9 millones de seguidores del vlogger japonés Hayato Kato están acostumbrados a sus divertidos clips sobre temas de China, donde vive desde hace varios años. Sin embargo, el 26 de julio sorprendió a sus seguidores con una historia sombría.

“Acabo de ver una película sobre la masacre de Nanjing”, dijo, refiriéndose a las seis semanas durante las cuales el ejército japonés arrasó Nanjing a finales de 1937 y que, según algunas estimaciones, costaron la vida a más de 300.000 civiles y soldados chinos. Al parecer, unas 20.000 mujeres fueron violadas.

El filme Dead To Rights, también llamado Nanjing Photo Studio, es una historia sobre un grupo de civiles que se esconden de las tropas japonesas en un estudio fotográfico.

Ya es un éxito de taquilla y la primera de una oleada de películas chinas sobre los horrores de la ocupación japonesa que se estrenan con motivo del 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, persiste un sentimiento de historia inacabada, a menudo amplificado por Pekín, que alimenta tanto la memoria como la ira.

Hablando en chino en Douyin, la versión china de TikTok, Kato relató escenas de la película: “La gente estaba alineada a lo largo del río y entonces empezaron los disparos… Un bebé, de la misma edad que mi hija, lloraba en brazos de su madre. Un soldado japonés se abalanzó sobre ella, la agarró y la estrelló contra el suelo”.

Dijo que había visto a mucha gente en Internet negando que la masacre de Nanjing hubiera ocurrido, incluidas figuras públicas, entre ellas políticos. “Si lo negamos, volverá a ocurrir”, afirmó, instando a los japoneses a ver las películas y “conocer el lado oscuro de su historia”.

El video se convirtió rápidamente en uno de los más populares, con más de 670.000 “me gusta” en solo dos semanas.

Sin embargo, los comentarios son menos positivos. El más votado cita lo que ya se ha convertido en una frase icónica de la película, pronunciada por un civil chino a un soldado japonés: “No somos amigos. Nunca lo fuimos”.

Para China, la brutal campaña militar y la ocupación japonesas son uno de los capítulos más oscuros de su pasado, y la masacre de Nanjing, que entonces era la capital del país, una herida aún más profunda.

Lo que ha hecho que se encone es la creencia de que Japón nunca ha reconocido del todo sus atrocidades en los lugares que ocupó: no solo China, sino también Corea, Filipinas, Indonesia y lo que entonces era la Malasia británica.

Uno de los puntos de controversia más dolorosos tiene que ver con las “mujeres de confort”, las aproximadamente 200.000 mujeres que fueron violadas y obligadas a trabajar en burdeles militares japoneses. A día de hoy, las supervivientes siguen luchando por una disculpa y una indemnización.

Cuando el emperador japonés anunció el 15 de agosto que se rendiría, su país ya había pagado un coste terrible: más de 100.000 personas habían muerto en bombardeos sobre Tokio, antes de que dos bombas atómicas devastaran Hiroshima y Nagasaki.

La derrota de Japón fue bien recibida en gran parte de Asia, donde el Ejército Imperial Japonés se había cobrado millones de vidas. Para ellos, el 15 de agosto conlleva tanto la libertad como un trauma persistente: en Corea, el día se llama “gwangbokjeol”, que se traduce como el retorno de la luz.

“Aunque la guerra militar ha terminado, la guerra histórica continúa”, afirma el profesor Gi-Wook Shin, de la Universidad de Stanford, explicando que las dos partes recuerdan aquellos años de forma diferente, y esas diferencias aumentan la tensión. Mientras los chinos ven la agresión japonesa como un momento definitorio y devastador de su pasado, la historia japonesa se centra en su propio victimismo: la destrucción causada por las bombas atómicas y la recuperación de la posguerra.

Lo que no ha ayudado es la negación de los crímenes de guerra y las recientes visitas de funcionarios al santuario de Yasukuni, donde se rinde homenaje a los caídos en la guerra de Japón, incluidos los criminales de guerra condenados.

Esta hostilidad entre China y Japón se ha extendido a la vida cotidiana a medida que el nacionalismo en línea alcanza cotas máximas: chinos y japoneses han sido atacados estando en el país del otro. El año pasado mataron a un escolar japonés en Shenzhen.

El ascenso económico de China y su asertividad en la región y fuera de ella han vuelto a cambiar la dinámica entre ambos países. China ha superado a Japón como potencia mundial. El mejor momento para buscar un acercamiento ya ha pasado, afirma la profesora Yinan He.

“Simplemente dijeron: olvidémonos de eso, dejémoslo a un lado. Nunca se han ocupado de la historia, y ahora el problema ha vuelto a perseguirles”.

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