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La incertidumbre que afecta al Gobierno de Javier Milei

“Fueron las dos peores semanas del Gobierno”, reconoció uno de los principales colaboradores de Javier Milei tras el estallido de un escándalo por presunta corrupción que afecta a la cúpula del mileísmo, sumado a una serie de tropiezos económico-financieros. A esto se añade la notable caída de la actividad en varios sectores, así como las derrotas parlamentarias que amenazan el superávit fiscal, un pilar fundamental del programa económico.

Ante esta situación, el Presidente decidió elevar el ánimo dentro de su golpeado equipo y, en particular, entre sus seguidores y los responsables de decisiones económicas. Milei afirmó que “lo mejor comenzará en octubre”, tras las elecciones generales que se perfilan favorables.

Sin embargo, la incertidumbre persiste, ya que ocho semanas en este contexto desfavorable parecen demasiado tiempo. El próximo domingo, cuando se llevarán a cabo las elecciones bonaerenses, se presenta como un punto de inflexión. Un optimismo que las encuestas no respaldan con firmeza, aunque es sabido que estas últimas son cada vez menos confiables como herramienta predictiva.

A pesar del entusiasmo desbordante de Milei, la duda que carcome a los sectores más realistas del Gobierno persiste, sin certeza de que con el inicio de septiembre y la llegada de la primavera florezcan buenas noticias para el oficialismo.

“¿Y si las peores semanas no fueron las dos que acaban de terminar?” es la inquietante pregunta que se plantean varios funcionarios, legisladores y aliados políticos, especialmente en el ala este de la Casa Rosada, donde trabaja el equipo de Santiago Caputo, que actualmente carece de la energía de tiempos más optimistas.

La reciente derrota del candidato a gobernador de la Libertad Avanza (LLA) en Corrientes fue un mal desenlace para estos días, o peor aún, podría marcar el inicio de una nueva etapa complicada. Este resultado había sido anticipado por todas las encuestas y no se logró revertir a pesar de la presencia de Karina Milei en la semana de cierre de campaña. Para algunos, esto representa un salvavidas de plomo para el aspirante libertario Lisandro Almirón, a quien ella impuso tras romper un posible acuerdo con el gobernador saliente Gustavo Valdés.

La aparición de audios atribuidos a Diego Spagnuolo, ex titular de la Andis y amigo cercano del Presidente, en los que se habla de sobornos hacia la secretaria general de la Presidencia y su asesor Eduardo “Lule” Menem, ha continuado una serie de hechos negativos para el Gobierno, abriendo una nueva etapa marcada por la incertidumbre y la desconfianza en la cúpula del oficialismo.

Se habla de un posible reseteo del equipo de gobierno tras las elecciones nacionales del 26 de octubre, que podría traer varias sorpresas. Nuevas figuras podrían ingresar no solo para cubrir las vacantes que dejarán los ministros Patricia Bullrich y Luis Petri, que se espera sean elegidos para el Congreso.

El mayor obstáculo para una renovación es que las figuras más expuestas actualmente gozan de alta protección, y parece inimaginable que Karina Milei pueda ocupar un lugar menos relevante. Dentro y fuera del Gobierno se ha naturalizado que los Milei son una unidad indivisible, a pesar de que más de la mitad de los argentinos votaron solo a uno de ellos, sin previo aviso de esa singularidad.

La falta de una reacción eficaz por parte de la administración de Milei frente a estos graves problemas se atribuye a fallas de gestión y disputas internas, especialmente entre el ala que responde a Karina Milei y la del (¿ex?) todopoderoso asesor presidencial Santiago Caputo. También se suma la dificultad para prever dónde podría terminar esta espiral descendente.

El temor a que surjan nuevos audios más comprometedores, o la certeza de que lo harán, complica la adopción de cualquiera de las acciones que se discuten en el comité de crisis. Todo se intensificó tras la aparición de escuchas de Karina Milei, que habrían sido captadas clandestinamente en la Casa de Gobierno. Aunque hay dudas sobre este episodio, también se han evidenciado fallas en la protección del Presidente y su hermana durante actos de campaña.

En este clima de desconfianza generalizada, la inocuidad de lo que dice Karina Milei en los audios filtrados lleva a algunos a sugerir que podría tratarse de una operación para desviar la atención del caso Spagnuolo y victimizar a quien aparece como acusada de un grave hecho de corrupción. Los enemigos del Gobierno aprovechan las grietas en la comunicación oficial para difundir versiones.

La gravedad del supuesto caso de sobornos preocupa al Gobierno, ya que ha calado hondo en la opinión pública. Las encuestas indican que casi el 80% de los argentinos está al tanto del episodio que ha convertido a la influyente hermana presidencial en un meme. Este tema ha encontrado eco en escenarios inesperados.

Recientemente, en varias canchas de fútbol durante el torneo de la AFA, se hicieron referencias al escándalo, con banderas que mencionaban el 3%, el porcentaje de las compras de medicamentos que, según Spagnuolo, se asignaba a Karina Milei o su entorno. Un equipo del ascenso incluso retiró el nombre del jugador que debía llevar ese número en su camiseta, bajo la advertencia “nos desapareció el 3”. La creatividad argentina no tiene límites, aunque los más observadores notan que en la AFA también tiene peso Pablo Toviggino, uno de los dueños del canal de streaming donde se difundieron los audios del escándalo.

Si la escucha a la secretaria general de la Presidencia se produjo como alarmó el vocero presidencial, eso indicaría una enorme fragilidad en la seguridad del Gobierno y cuestionaría la efectividad del sistema de inteligencia y los recursos asignados. O, peor aún, podría sugerir un esquema de espionaje dentro de la propia administración. No sería la primera vez que un funcionario es escuchado clandestinamente en la Casa Rosada, pero sí es la primera vez que estas escuchas se hacen públicas.

Ninguna de estas situaciones representa buenas noticias para Caputo, que atraviesa tiempos turbulentos desde que comenzó a discrepar con el armado político electoral de Karina Milei. La situación se complicó aún más con los recientes sucesos que involucraron al ministro de Salud, Mario Lugones, en el caso del fentanilo contaminado. Lugones fue designado por decisión del asesor, que ha sido empleado y socio del hijo del ministro.

Estas complicaciones han puesto en alerta a Caputo, no solo por una posible pérdida de influencia en decisiones políticas cruciales, sino también por el temor de tener que asumir un cargo formal, lo que implicaría responsabilidad jurídica e institucional. Varios han escuchado sus preocupaciones. Los últimos acontecimientos han aumentado su estrés, recordando la situación de Enrique “Coti” Nosiglia, quien tuvo que salir de las sombras para ser ministro del Interior durante un gobierno en crisis.

La pérdida del control de la agenda pública por parte del Gobierno, los obstáculos políticos y las dudas de los actores económicos se suman a indicadores preocupantes en el ámbito económico-financiero. Muchos no logran explicar el riesgo político que conlleva el proceso electoral y la amenaza de un resurgimiento del kirchnerismo, en el que ni siquiera los propios kirchneristas creen en este turno.

La venta de dólares por parte del Tesoro, la caída de la actividad económica, el aumento descontrolado de las tasas de interés y el incremento del riesgo país son signos de un escenario más complicado del que el Gobierno había anticipado para enfrentar las elecciones.

El Gobierno espera poder frenar la hemorragia causada por los audios sobre los supuestos sobornos en la Andis. La designación del abogado Martín Magram por parte de los hermanos Kovalivker, dueños de la sospechada droguería Suizo Argentina, y la dificultad técnica para acceder a sus teléfonos alimentan esa esperanza. Asimismo, varios actores del sector farmacéutico han comenzado a desplegar un operativo de contención y apoyo a los Kovalivker.

El temor a estar frente a un caso de “Cuadernos II” que los involucre se ha extendido en el sector, donde la relación con los gobiernos siempre ha sido opaca, similar a la de los contratistas de obra pública. El recuerdo del impacto que tuvo ese caso en el gobierno de Mauricio Macri ha encendido alarmas en el ámbito empresarial y gubernamental.

“No queremos ni imaginar un escenario en que una parte poderosa del establishment económico tenga que elegir entre autopreservarse o defender a un gobierno afín ideológicamente”, comentó un importante colaborador de la administración de Milei.

Los logros en la lucha contra la inflación y la lucha contra la casta que llevaron a Milei a la Presidencia y mantuvieron su imagen positiva, a pesar de los efectos negativos del ajuste en ciertos sectores sociales, comienzan a mostrar signos de fatiga.

La inflación ya no es la principal preocupación del Gobierno y, como dijo un diputado aliado, “al final, casi nadie te reconoce por haber evitado lo que podría haber ocurrido, como la hiperinflación”. Ahora, la economía enfrenta nuevos desafíos, como la caída del consumo de bienes básicos, el estancamiento de los salarios y el aumento de las tasas de interés, que afectan a consumidores, comerciantes y productores.

La guerra contra la casta ha sufrido un duro golpe con el escándalo de los supuestos sobornos en la compra de medicamentos para discapacitados, mientras el escándalo de la criptomoneda $LIBRA aún no se cierra.

Luego de la mala actuación en Corrientes, el próximo domingo será crucial para despejar la gran duda que inquieta a gran parte del oficialismo: ¿Y si las semanas pasadas no fueron las peores del Gobierno desde que Milei asumió?

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