La inteligencia artificial (IA) se alimenta de datos para ser efectiva, lo que plantea serios problemas de privacidad. A medida que las empresas buscan mejorar sus modelos de IA, se enfrentan a la escasez de datos necesarios para entrenarlos, lo que puede llevar a vulneraciones de la privacidad, incluso con el consentimiento de los usuarios.
La inteligencia artificial fisgona
Investigadores de University College London (UCL) y la Universidad Mediterránea de Reggio Calabria han demostrado que las extensiones de IA para navegadores realizan prácticas de seguimiento y elaboración de perfiles, lo que plantea serios problemas de privacidad. Durante las pruebas, se constató que los asistentes de IA transmitieron información sensible, incluyendo datos bancarios y de salud, así como la dirección IP del usuario.
Estos asistentes son capaces de inferir atributos como la edad y los intereses de los usuarios, utilizando esta información para personalizar las respuestas. Aunque los usuarios son conscientes de que los motores de búsqueda recopilan información para publicidad, estos asistentes tienen acceso a áreas de la vida que deberían permanecer privadas.
Las empresas tecnológicas, como Google, han actualizado sus políticas de privacidad, permitiendo el uso de datos personales para mejorar sus servicios. Sin embargo, muchos usuarios aceptan estas condiciones sin leerlas, lo que plantea preocupaciones sobre la manipulación comercial y la extorsión.
Hervé Lambert, gerente de operaciones de Panda Security, advierte sobre los riesgos de manipulación y suplantación de identidad. Además, los ciberdelincuentes pueden aprovechar la IA para llevar a cabo ataques de ingeniería social y recopilar datos personales.
Las empresas están explorando alternativas, como la automejora de la IA y la generación de datos sintéticos, para superar la falta de datos. Sin embargo, estos avances también conllevan riesgos, como el uso de la IA para actividades delictivas.
La falta de preparación de muchas organizaciones para proteger sus sistemas impulsados por IA resalta la necesidad de que consumidores, reguladores y empresas trabajen juntos para garantizar la seguridad y privacidad en un entorno digital cada vez más complejo.
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