El accidente del funicular de Lisboa, ocurrido el pasado miércoles, ha comenzado a recibir respuestas oficiales. El Gabinete de Prevención e Investigación de Accidentes con Aeronaves y Accidentes Ferroviarios (GPIAAF) publicó su primer informe oficial, confirmando que el siniestro se debió a la rotura del cable de acero que conecta las dos cabinas del funicular de la Gloria. Este sistema se compone de dos carruajes que funcionan como contrapeso, permitiendo que el descenso de uno facilite el ascenso del otro.
El miércoles, poco después de las seis de la tarde, una de las cabinas apenas había recorrido seis metros desde su salida de la parada de San Pedro de Alcantára, en el Barrio Alto, cuando se quebró el cable que la unía a la cabina que comenzaba su ascenso desde la plaza de los Restauradores.
El punto de la rotura del cable es indetectable en una simple inspección visual, como la que se realizó pocas horas antes del accidente. Los inspectores del GPIAAF no encontraron “defectos en los sistemas de freno o en otros componentes accesibles a la inspección visual”, lo que exime a la empresa encargada del mantenimiento del elevador de la Gloria de responsabilidad en la detección de fallos.
El guardafrenos del funicular, André Marques, activó los frenos de la cabina al detectar el problema, pero sin éxito. Los especialistas explican que “los frenos no tienen capacidad suficiente para inmovilizar las cabinas en movimiento si ambas no están mutuamente equilibradas a través del cable de conexión”.
El funicular descendió en solo 50 segundos un trayecto que normalmente se recorre en dos minutos, deteniéndose solo al impactar contra un edificio a una velocidad de 60 kilómetros por hora. El siniestro dejó un saldo de 16 muertos y 22 heridos.
El GPIAAF ha señalado que aún no se pueden determinar las causas que llevaron a la rotura del cable. Este organismo tiene previsto publicar un informe más detallado sobre el incidente en un plazo de 45 días.
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