Europa ha puesto en marcha su primer gran almacén submarino de dióxido de carbono. El proyecto Northern Lights, impulsado por Equinor, Shell y TotalEnergies, ha comenzado a inyectar las primeras toneladas de CO2 en un reservorio situado a 2.600 metros bajo el fondo marino en la costa occidental de Noruega.
Importancia del proyecto
La captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés) se presenta como una de las pocas soluciones para reducir emisiones en sectores difíciles de descarbonizar, como la producción de cemento, acero o energía a partir de residuos. Hasta ahora, estas tecnologías eran consideradas experimentales o demasiado costosas. Con este proyecto, Europa establece un sistema comercial de transporte y almacenamiento de CO2. Según Anders Opedal, CEO de Equinor, “esto demuestra la viabilidad del almacenamiento de carbono como una industria escalable”.
Detalles del almacenamiento
El CO2 almacenado proviene de la cementera de Heidelberg Materials en Brevik, al sur de Noruega. Después de ser licuado y transportado en barco hasta Øygarden, se bombeó a través de un oleoducto de 100 kilómetros hasta el reservorio submarino conocido como Aurora. La primera fase del proyecto permitirá inyectar 1,5 millones de toneladas anuales de CO2, y este mismo año Northern Lights aprobó una expansión gracias a un acuerdo comercial con Stockholm Exergi.
Inversión y expansión
La inversión de 7.500 millones de coronas noruegas (aproximadamente 740 millones de euros) impulsará la expansión del proyecto, que aumentará la capacidad a más de 5 millones de toneladas al año a partir de 2028. Entre los primeros clientes se encuentran la danesa Ørsted, la holandesa Yara y Heidelberg Materials. Arnaud Le Foll, vicepresidente de negocios de neutralidad de carbono en TotalEnergies, afirmó que “con el inicio de las operaciones de Northern Lights, entramos en una nueva fase para la industria del almacenamiento de carbono en Europa”.
Perspectivas futuras
Aunque este proyecto representa un punto de inflexión, persiste la incertidumbre sobre si el modelo podrá escalar lo suficiente para contribuir de manera efectiva a los objetivos climáticos de Europa. Noruega lidera el camino, pero será crucial evaluar el impacto en términos de negocio y reducción de emisiones que estos reservorios puedan generar en los próximos años.
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