La llegada de la primavera marca el renacer de muchas plantas nativas, que durante el invierno entran en pausa, acumulando energía en sus raíces y esperando el calor y la luz para florecer.
Este renacer transforma los balcones, patios y jardines en refugios urbanos llenos de vida y color, donde las macetas vuelven a estallar de flores y los insectos encuentran un buffet libre.
Crear un balcón con especies nativas invita a la biodiversidad a instalarse en casa, atrayendo mariposas, colibríes y abejas, mientras las plantas despliegan ciclos de floración que dialogan con el ambiente.
A continuación, se presenta una selección de nativas que pueden sumarse para disfrutar de una primavera silvestre en miniatura.
Arbustos floridos
Abutilon grandifolium (malvavisco o malva de monte): arbusto perenne de flores amarillas que atraen a polinizadores durante gran parte del año. Ideal para rincones soleados y de bajo mantenimiento.
Cyrtocymura scorpioides (hierba de San Simón): presenta flores rosadas, perfumadas y de gran valor para insectos. Es un arbusto resistente que aporta presencia sin exigir demasiado.
Baccharis notosergila (carquejilla): su resistencia la hace ideal para quienes desean un “mueble verde” todo el año, perfecta para macetas grandes que soporten vientos.
Chromolaena laevigata (mariposera morada): desaparece en invierno, pero en primavera revive con fuerza, cubriéndose de flores lilas que atraen mariposas.
Flores que encienden el balcón
Aspilia silphioides (margarita dorada): herbácea ideal para matas y borduras, con flores amarillas que aparecen en primavera y verano.
Salvia spp. (salvias nativas): desde Salvia guaranítica, de azul profundo y favorita de los colibríes, hasta variedades más bajas, todas aportan un toque silvestre al balcón.
Trepadoras diferentes
Cochliasanthus caracalla (caracolillo): sus flores en espiral, violetas y perfumadas, son ideales para cubrir barandas o muros, aportando un aire artístico.
Camptosema rubicundum (isipó colorado): presenta una explosión de flores rojas irresistibles para los colibríes, convirtiendo el balcón en un punto de encuentro entre plantas y aves.
Incorporar plantas nativas al balcón no solo embellece, sino que reduce el mantenimiento, ahorra agua y atrae polinizadores locales, contribuyendo a un ecosistema urbano más saludable.
La clave para diseñar un jardín de nativas es combinar alturas y hábitos de crecimiento: arbustos que marquen volumen, trepadoras que abracen paredes y herbáceas que den color a nivel bajo, creando un aire de mini paisaje naturalista.
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