Durante años, la captura y almacenamiento de carbono (CAC o CCS por sus siglas en inglés) ha sido considerada una de las grandes promesas tecnológicas en la lucha contra el cambio climático. La idea es simple: si no podemos dejar de emitir CO₂, se puede capturar desde el aire y enterrarlo de manera segura en formaciones geológicas profundas. Sin embargo, este ‘plan B’ está comenzando a perder su viabilidad.
Qué se pensaba
Siempre se asumió que el ‘almacén’ disponible para el CO₂ era prácticamente infinito, con estimaciones que hablaban de una capacidad de entre 10.000 y 40.000 gigatoneladas de CO₂, lo que permitiría continuar emitiendo sin necesidad de reducir las emisiones drásticamente.
Cuál es el problema
Un nuevo estudio realizado por un equipo internacional de científicos ha revelado que el almacén es mucho más pequeño y tiene condiciones muy estrictas para su uso.
Cómo lo saben
Los investigadores no solo calcularon el volumen total de las cuencas sedimentarias del planeta, sino que aplicaron filtros de riesgo y exclusión para crear el mapa más detallado hasta la fecha sobre las áreas donde no se debería almacenar CO₂.
Las “peros” que reducen la capacidad
Los expertos identificaron varias razones que limitan la capacidad de almacenamiento:
- Riesgo sísmico: se descartaron áreas con actividad sísmica moderada o alta.
- Áreas protegidas y polares: se excluyeron parques naturales y reservas de biosfera.
- Cercanías a las ciudades: se estableció una zona de exclusión de 25 km alrededor de áreas urbanas.
- Profundidad del océano: se fijó un límite práctico de 300 metros de profundidad marina.
- Fronteras internacionales: se consideraron complicaciones legales y políticas para el almacenamiento transfronterizo.
Un recurso finito y precioso
La principal conclusión del estudio es que el almacenamiento geológico no es ilimitado, es un recurso finito que debe ser gestionado con responsabilidad. Su uso actual busca mitigar las emisiones y revertir el calentamiento global, pero cada tonelada utilizada hoy reduce la capacidad para las futuras generaciones.
Hay un límite
Si se dedicara la totalidad del límite prudente de 1.460 gigatoneladas exclusivamente a eliminar el carbono de la atmósfera, solo se podría reducir la temperatura global en un máximo de 0,7 ºC. Esto limita las estrategias que confían en tecnologías de captura masiva para enfriar el planeta después de haber superado el límite de 1,5 °C.
La urgencia de reducir emisiones se multiplica
Si no se puede confiar en una limpieza masiva a posteriori, se hace evidente la necesidad de reducir las emisiones de manera drástica y urgente. El estudio indica que, al ritmo actual, muchos escenarios climáticos podrían agotar este presupuesto de almacenamiento antes del año 2200.
Ricos y pobres en almacenamiento
El análisis revela un nuevo panorama geopolítico en el que países como Rusia, Estados Unidos, China, Brasil y Australia tienen un gran potencial de almacenamiento, mientras que países de la Unión Europea, India o Noruega ven su capacidad drásticamente reducida.
Un golpe de realidad
Este estudio no invalida la captura de carbono, que seguirá siendo crucial para descarbonizar industrias como la del cemento o el acero, pero sirve como un recordatorio de que no existen soluciones mágicas que nos eximan de la urgente tarea de dejar de emitir gases de efecto invernadero.
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