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Desayuno tardío se asocia con menor esperanza de vida según estudio

Una de las afirmaciones más comunes en el ámbito de la nutrición es que el desayuno es una de las comidas más importantes del día. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que no solo importa lo que comemos, sino también cuándo lo hacemos.

Longevidad

El deseo de vivir más tiempo es un objetivo común. Un estudio que siguió a casi 3.000 adultos mayores en el Reino Unido durante más de tres décadas indica que la hora del desayuno podría ser un factor clave en el riesgo de mortalidad.

Un reloj interno

La investigación se centra en la crononutrición, que estudia cómo nuestro reloj interno, conocido como ritmos circadianos, no solo regula el sueño, sino también nuestras hormonas, metabolismo y la forma en que procesamos los alimentos. Comer en sintonía con este reloj interno podría ser beneficioso, mientras que hacerlo a deshoras podría desajustar nuestra salud.

El problema del desayuno tardío

Los investigadores analizaron datos de 2.945 adultos mayores desde 1983 hasta 2017. Los resultados mostraron que a medida que los participantes envejecían, tendían a retrasar la hora del desayuno y la cena, lo que se relaciona con problemas de salud asociados a la longevidad.

Una mayor mortalidad

Retrasar el desayuno se asoció con un mayor riesgo de mortalidad a corto plazo. Cada hora de retraso en el desayuno se vinculó con un aumento del 8% en las probabilidades de morir, incluso después de ajustar por factores como el nivel socioeconómico y el estilo de vida.

Nuevas enfermedades

Además de incrementar el riesgo de mortalidad, desayunar tarde se relaciona con una mayor carga de enfermedades físicas y psicológicas, como fatiga, depresión, ansiedad y multimorbilidad, que es el padecimiento de múltiples enfermedades simultáneamente.

Menor supervivencia

El análisis identificó dos grupos de pacientes: aquellos que desayunaban temprano y los que lo hacían más tarde. La tasa de supervivencia a 10 años fue notablemente inferior en el grupo que desayunaba tarde (86.7%) en comparación con el que lo hacía temprano (89.5%).

El efecto de envejecer

El estudio sugiere que los cambios en los horarios de las comidas pueden reflejar procesos de salud más profundos. La genética también juega un papel, ya que algunas personas tienen una predisposición a ser ‘nocturnas’, lo que se conoce como cronotipo vespertino.

Un biomarcador de salud

Los autores concluyen que la hora del desayuno podría funcionar como un “sencillo marcador de salud en los adultos mayores”, alertando sobre cambios en el bienestar físico y mental. Mantener horarios de comida regulares y alineados con el ciclo día-noche es importante para un envejecimiento saludable, según la Harvard School of Public Health.

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