Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos enfrentaron una crisis esta semana después de que el Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., destituyera a la directora de la agencia, Susan Monarez, quien había sido confirmada por el Senado hace solo unas semanas. Monarez había recibido elogios de Kennedy por sus “credenciales científicas impecables”.
Sin embargo, su rechazo a ceder ante la agenda anti-vacunas de Kennedy parece haber sido la causa de su rápida caída. Desde que el Departamento de Salud y Servicios Humanos anunció en X que “Susan Monarez ya no es la directora” del CDC, los informes de los medios han indicado que su destitución se debió a su negativa a adoptar las políticas anti-científicas promovidas por Kennedy.
La salida de Monarez representa un punto de quiebre para la agencia, que aún no se ha recuperado del fuerte escrutinio que enfrentó durante la pandemia de COVID-19. En su estado debilitado, la agencia ha soportado más críticas y desinformación por parte de Kennedy y la administración Trump, que también aplicaron recortes severos, reduciendo significativamente la fuerza laboral del CDC y cerrando programas de salud vitales. A principios de este mes, un tirador, influenciado por la desinformación sobre vacunas, abrió fuego en el campus del CDC, dejando una víctima fatal entre la policía local y causando trauma entre el personal de la agencia.
La destitución de Monarez ha provocado una serie de renuncias de alto perfil en el CDC, así como una masiva salida de personal y la indignación de legisladores y expertos en salud. La situación actual indica que Kennedy está avanzando su agenda ideológica dentro del CDC, lo que ha llevado a algunos expertos a advertir que la agencia ya no es confiable y que el país es menos seguro.
La destitución
El miércoles por la noche, The Washington Post informó que Monarez había resistido las demandas de Kennedy de que ella y el CDC apoyaran ciegamente las restricciones de vacunas propuestas por el panel asesor de vacunas de la agencia, que Kennedy había comprometido al despedir a todos sus miembros calificados en junio y reemplazarlos por aliados seleccionados que comparten su hostilidad hacia las vacunas.
Se espera que este nuevo panel deshaga las recomendaciones basadas en evidencia del CDC, especialmente en lo que respecta a las vacunas contra COVID-19 y las vacunas infantiles, lo que podría socavar la confianza del público en las vacunas y en la orientación federal.
En medio de este conflicto sobre la política de vacunas, Kennedy instó a Monarez a renunciar, pero ella se negó y buscó la ayuda de senadores clave. Cuando se enteró de que Kennedy había contactado a uno de esos senadores, se intensificó la presión sobre ella para que renunciara o fuera despedida. A pesar de la notificación de su despido, Monarez, a través de sus abogados, afirmó que no había sido notificada oficialmente y que no renunciaría.
Los abogados de Monarez argumentaron que, como funcionaria nombrada por el presidente y confirmada por el Senado, solo el presidente puede despedirla, lo que consideraron que hacía inválida la notificación recibida.
Reacción en el CDC
Tras la noticia de la destitución de Monarez, tres altos funcionarios del CDC presentaron su renuncia: Daniel Jernigan, director del Centro Nacional para Enfermedades Infecciosas Emergentes y Zoonóticas; Debra Houry, médica jefe; y Demetre Daskalakis, director del Centro Nacional para la Inmunización y Enfermedades Respiratorias.
Las cartas de renuncia de estos funcionarios expresaron su preocupación por la agenda anti-científica de Kennedy. Houry destacó que “la ciencia en el CDC nunca debe ser censurada o sujeta a pausas políticas” y enfatizó que “las vacunas salvan vidas”. Daskalakis criticó a Kennedy por su falta de transparencia y su uso del CDC para generar políticas que no reflejan la realidad científica.
Reacción externa al CDC
Legisladores han expresado su preocupación y indignación por la destitución de Monarez. El senador Bernie Sanders exigió una investigación bipartidista, calificando las acciones de Kennedy como “temerarias” y “peligrosas”. Sanders también criticó la forma en que Kennedy ha alterado el proceso de revisión y recomendación de vacunas en solo seis meses.
La Asociación Médica Americana se mostró “profundamente preocupada” por la situación en el CDC y llamó a la acción para garantizar el funcionamiento adecuado de la agencia. Líderes de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América y de la Asociación Americana de Salud Pública coincidieron en que las decisiones de liderazgo que debilitan al CDC hacen que cada estadounidense sea más vulnerable a brotes y pandemias.
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