La arquitecta Elina Dibarboure, al frente de Bouré Studio, reformó la cocina del departamento de una diseñadora de indumentaria en Palermo. El proyecto se inspiró en el famoso azul del artista francés Yves Klein.
El punto de partida: un espacio incómodo
La cocina original era un cuadrado incómodo, con el lavarropas en medio y sin espacio para cocinar. La transformación comenzó al eliminar el cerramiento que la limitaba y reconfigurarla en forma de L, lo que permitió liberar espacio y aumentar la luz natural, además de reflejar la identidad de la propietaria.
El brief que todo lo cambia
En Bouré, se pide a los clientes que elaboren un breve resumen con sus gustos y preferencias. En este caso, la clienta mencionó a Yves Klein, lo que guió a los diseñadores a incorporar un color vibrante en un espacio que tradicionalmente es neutro.
Curvas que acompañan
La idea de suavidad y movimiento se refleja en todo el proyecto. Las terminaciones redondeadas de la mesada de terrazo dialogan con las curvas de los azulejos y se extienden en la división de hierro que conecta la cocina con el pasillo.
Paletas y texturas
La elección de colores se inspira en las obras de Yves Klein, buscando un lienzo neutro que permita al azul ser el protagonista. Las superficies laqueadas evitan interferencias cálidas, asegurando que el azul tenga un papel central.
Una cocina para compartir
Hoy, el espacio se ha transformado en un lugar social, versátil y lleno de vida. “El concepto era abrir para recibir”, resume Elina, destacando que la cocina ha dejado de ser un rincón incómodo para convertirse en el corazón del hogar.
El color, las curvas y los detalles meticulosamente pensados han transformado este ambiente en el más celebrado del departamento.
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