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Centro de Rescate de Fauna Marina en riesgo de cierre por cierre de Aquarium

MAR DEL PLATA.– La denuncia por la presunta situación de abandono de diez delfines del Aquarium Mar del Plata, cerrado desde marzo de este año, abrió una gran polémica que una inspección municipal en el predio parece haber saldado, al encontrar a estos y otros animales en buen estado. Pero la noticia también dio lugar a otra controversia, acerca de la posibilidad de salvar el Centro de Rehabilitación de Fauna Marina que allí funciona.

LA NACION viajó a Mar del Plata para conocer la situación de los animales y recorrer el centro de rescate, ubicado en el extremo sur y límite del predio. El equipo profesional del servicio, uno de los tres habilitados en la provincia de Buenos Aires para el tratamiento de fauna marina, aspira a continuar con la actividad, a pesar del final del acuario.

El Centro de Rehabilitación de Fauna Marina (Crfma) del Aquarium Mar del Plata era una entidad sin fines de lucro, patrocinada por el mismo oceanario, lo que implica que con el cierre del mismo también perderá el apoyo económico y desaparecerá al ritmo de las topadoras. Fue inaugurado en 1994, un año después de la apertura del Aquarium.

Allí se desarrollaban proyectos de conservación in situ, dirigidos al tratamiento de ejemplares de fauna marina encontrados con problemas para sobrevivir. Recibían asistencia médico-veterinaria para ser rehabilitados y reinsertados en su medio. El centro, hoy desmantelado, con unos pocos animales que todavía permanecen allí (una tortuga ciega, algunos pingüinos y rayas), corre serio riesgo de desaparecer.

Diariamente se recibían llamados por algún animal en problemas y el personal acudía a ver si el caso podía ser evaluado, determinar si se trasladaba o si podía ser tratado en la playa. “Los animales que entraban con más frecuencia eran los pingüinos empetrolados hasta hace algunos años”, recuerda Alejandro Saubidet, director del Crfma. “Luego fueron reemplazados por pingüinos desnutridos por no tener como alimentarse, debido a la pesca indiscriminada. Los problemas van cambiando, hoy son la desnutrición y las bolsas de plástico que se comen, además de las redes”, afirma. La mayor frecuencia de aparición en estas costas es de pingüinos de Magallanes, con un promedio de 200 por año en estas condiciones.

Mientras tanto, en el predio del Aquarium, luego del traslado de muchos animales a distintos zoológicos y centros de rescate, quedan diez delfines, treinta pingüinos y otros treinta lémures, oriundos de Madagascar; Rayas, una tortuga ciega, y un lobo marino llamado Cairo, rescatado y castrado luego de que en su interior se hallaran bolsas de plástico. El destino que tendrán la mayoría de estos ejemplares se desconoce, aunque se sabe que los pingüinos y los lémures quedarán en nuestro país y los delfines ya tienen preparadas las cajas de maderas –recubiertas por dentro con material especial para mantener la humedad durante el viaje en avión– en las que serán trasladados hacia otro acuario propiedad de la misma empresa Dolphin, que posee predios dispersos alrededor del mundo.

La única y real solución a este negocio que implica condenar a animales salvajes al cautiverio es que la gente deje de acudir, cautivada por estos seres que debido a su inteligencia, sociabilidad y simpatía, resultan irresistibles para el público, que generalmente ignora las consecuencias.

En cuanto al Centro de Rehabilitación de Fauna Marina, de gran importancia para nuestras costas, un eventual acuerdo para salvarlo incluiría tanto a los dueños de la tierra como a la empresa y la municipalidad.

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