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Boy Olmi reflexiona sobre el humor como forma de inteligencia

Boy Olmi levanta su teléfono y captura una imagen de la lámpara del bar donde estamos conversando. La publica en Instagram con rapidez, un gesto habitual para él. Registrar y compartir es parte de su vida, una forma de interactuar con el mundo. El impulso de comunicarse lo ha acompañado siempre: televisión, cine, teatro, redes sociales, y conversaciones cotidianas. Cada interacción es una oportunidad para enriquecer su perspectiva.

“Uso mucho el teléfono, tanto para comunicarme como para tomar fotos, porque me fascina transmitir a través de imágenes. En lugar de publicar constantemente en Instagram, prefiero capturar momentos que me llaman la atención y enviarlos a personas específicas, no a la amplia red de seguidores. Busco ser claro y directo al comunicarme. Por eso, uso el teléfono para llamar y ver si alguien me responde”, explica con humor.

Actor, director y videasta, Olmi ha construido una carrera singular, una mezcla de estilos que ha resonado en varias generaciones sin pertenecer completamente a ninguna. Pocos pueden ocupar ese espacio lateral en el que se adapta a diferentes contextos mientras observa el paisaje cultural. Esta forma de situarse no es solo estética, sino también estratégica.

“Hay que establecer una conexión que trascienda lo personal. Todo comienza con la relación de uno mismo. Si no estamos en contacto con nosotros, difícilmente podamos comunicarnos con los demás o con el entorno. El deseo de crecer y aprender es fundamental. Sin embargo, la tecnología avanza más rápido de lo que podemos procesar, lo que frecuentemente provoca desconexión. Creemos que estamos conectados, pero a menudo es lo contrario”, reflexiona Olmi.

En el ámbito artístico, Boy ha participado en proyectos que combinan lo popular y lo experimental. Desde su trabajo en teatro hasta su participación en programas de televisión y películas, su trayectoria es un testimonio de su versatilidad. “Conocí a Susana Giménez desde joven, y cuando me llamaron para La mujer del año, vi una gran oportunidad. Me gustan los desafíos, y esta fue una ocasión perfecta para aprender y crecer”, recuerda.

En 2006, participó en Bailando por un sueño y luego condujo un programa de opinión, lo que demuestra su capacidad para adaptarse a diferentes formatos. “Cada oportunidad de comunicarme es valiosa. Recientemente, terminé una obra sobre la familia Scannapieco, y estoy preparando un unipersonal que explora la identidad”, comparte.

Olmi también ha trabajado en documentales, como Jane & Payne, donde aborda cuestiones ambientales. “Jane Goodall es una de las personas más influyentes del mundo. Estamos preparando una secuela de nuestro trabajo juntos”, añade.

El actor y director destaca la importancia de unir lo público y lo privado en su vida y su arte. “La pareja es una de las maestrías más complejas. Mi relación con Carola Reyna es apasionante y divertida, y juntos intentamos preservar nuestra intimidad en un mundo que a menudo la consume”, concluye.

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