Todos tenemos que resolver muchos problemas en nuestro día a día. Los hay relacionados con nuestro trabajo, con cuestiones familiares o incluso con el montaje de un mueble. Hay casos excepcionales , como la ordenación de las mesas en una boda de manera que no haya ex novios ni primos que no se hablan juntos. Sea como sea, los expertos recomiendan que, si te atascas con la resolución del problema, se lo cuentes a un pato de goma. Sí, sí, has leído bien.
Lo ha explicado recientemente en un artículo para The Conversatio n el profesor de ciencias de la computación de la Universidad de Sydney Elliot Varoy . No obstante, él no es el inventor de esta técnica. Fue enunciada por primera vez en 1999 en un libro sobre programación llamado The pragmatic programmer . Sus autores, los desarrolladores informáticos Andy Hunt y David Thomas, explican que, si te atascas con un código, es buena idea que te sientes a hablar con un pato de goma y le cuentes punto por punto lo que pretendías hacer.
Esto puede parecer disparatado, pero tiene todo el sentido. Muchos estudios científicos demuestran que manifestar en voz alta lo que queremos hacer nos ayuda a resolver problemas. De hecho, mientras explicamos un procedimiento a otra persona aprendemos más sobre ese procedimiento. Además, nos ayuda a mantener la atención en cada paso y revisar posibles errores . Es el motivo por el que, cuando somos pequeños, a menudo leemos en voz alta lo que estamos aprendiendo. Pero también la razón por la que muchas veces radiamos inconscientemente lo que tenemos que hacer al cocinar o al seguir paso a paso las indicaciones para montar un mueble. El pato de goma puede parecer un accesorio innecesario y sí, es cierto que se puede sustituir, pero también tiene su razón de ser.
En 2011, dos psicólogos de la Universidad de Wisconsin llevaron a cabo un experimento muy interesante. Un grupo de voluntarios tenía que buscar un objeto concreto entre un montón de imágenes. Algunos se limitaban únicamente a buscar en silencio, pero otros debían ir relatando su búsqueda en voz alta. Se vio que estos últimos encontraban con mucha más facilidad el objeto solicitado. Esto, según explicó el autor principal, Gary Lupyan , se debe a que “las etiquetas verbales pueden cambiar el procesamiento perceptivo en curso”. Por ejemplo, “escuchar realmente ‘silla’ en comparación con simplemente pensar en una silla puede hacer que el sistema visual sea temporalmente un mejor ‘detector de sillas’”.
Pero eso no es todo. También se ha observado que el diálogo interno ayuda a la motivación . Es algo que se ve en otro estudio de 201 1, en el que los jugadores de baloncesto jugaron mejor si iban relatando sus movimientos de una forma instructiva. Y aquí es donde entra en juego el pato de goma. No se trata solo de hablar en voz alta, de manera que el cerebro tenga otra perspectiva para resolver problemas más allá de lo simplemente visual. Hacerlo de forma aleccionadora puede ser un plus. Podríamos relatar el proceso a otra persona, pero el pato de goma tiene algunas ventajas que no tienen los seres humanos.
Según explica Varoy en The Conversation , los seres humanos a veces pueden dar sus propia visión sobre el problema o, aun sin darla, manifestar una opinión al respecto mediante el lenguaje no verbal. Esto puede ser útil. Al fin y al cabo, somos animales sociales y las opiniones de otras personas pueden sernos útiles. Pero cuando solo necesitamos que nuestro cerebro procese los problemas a través del habla es más útil un receptor del mensaje neutro . No hay nada más neutro que la carita de un pato de goma. Como mucho, se han inventado algunos que asienten infundiendo ánimo, pero esto en realidad no es necesario.
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