El Pentágono ha respondido tardíamente y de manera deficiente a la proliferación de drones, un cambio estructural en el campo de batalla contemporáneo. Mientras Ucrania y Rusia integran rápidamente plataformas de drones baratas, desechables y efectivas, y China enfrenta un exceso de drones, Estados Unidos se ve envuelto en procesos burocráticos y una cultura de adquisiciones que considera los drones como “aviones nuevos” en lugar de municiones de bajo coste y producción masiva. Esta situación ha generado un callejón sin salida: para contrarrestar las amenazas de China y Rusia, Estados Unidos necesita, irónicamente, la colaboración de estas mismas naciones.

La Revolución de los Drones

La guerra en Ucrania ha demostrado la eficacia de los drones baratos y desechables como arma asimétrica. La creatividad ucraniana en la adaptación y el uso de enjambres de drones ha permitido neutralizar blindados, aviones y líneas logísticas rusas. Esta capacidad ha demostrado que un ejército con recursos limitados puede contrarrestar a fuerzas militares más poderosas.

El Retraso del Pentágono

A pesar de reconocer la amenaza, el Pentágono presenta un peligroso retraso en la adopción de drones. El general James Mingus comparó los drones con los artefactos explosivos improvisados (IED) en Irak, destacando la necesidad de una respuesta urgente. Analistas señalan que se repite el patrón observado con los vehículos MRAP en Irak y Afganistán, donde la demora en su adopción causó numerosas bajas. La rigidez del Pentágono, enfocada en grandes programas como el F-35 y los misiles Sentinel, margina las soluciones más económicas y rápidas.

EEUU: Retraso en drones y dependencia de China
*Imagen referencial generada por IA.

La Ceguera Estratégica: El Shahed-136

El Shahed-136 (o Geran, en su denominación rusa), un dron kamikaze de bajo coste (aproximadamente 50.000 dólares), con un alcance de hasta 1.600 kilómetros y capacidad de carga de 20 a 40 kilos, se ha convertido en un arma decisiva. Su producción a escala industrial en Rusia, junto con sus mejoras en alcance, sensores y cargas, representa una amenaza significativa. La falta de un equivalente estadounidense producido en masa refleja una negligencia estratégica.

El Pentágono ha ignorado la necesidad de adoptar masivamente drones de corto alcance, tipo FPV, y ha desestimado la importancia de municiones de largo alcance de bajo coste, confiando en arsenales de misiles costosos y limitados. Esta mentalidad anclada en guerras pasadas ignora la importancia del volumen y la rapidez en la innovación.

Dependencia de China y la Necesidad de una Respuesta

Analistas proponen que Estados Unidos necesita estandarizar dos diseños de drones kamikaze de largo alcance: uno de aproximadamente 1.600 km y otro de más de 3.000 km. Estos, complementados con variaciones en cargas útiles y sistemas de guiado, proporcionarían flexibilidad táctica y capacidad disuasiva. Sin esta capacidad, Estados Unidos enfrentaría un desequilibrio significativo en cualquier conflicto mayor.

El valor de estas armas radica en su impacto económico: obligan al adversario a gastar millones en interceptores por cada dron de bajo coste. La “depleción de efectores” se convierte en una estrategia para saturar las defensas enemigas y agotar sus arsenales. Incluso un dron que no alcance su objetivo fuerza al enemigo a gastar recursos en su intercepción.

La dependencia de China para componentes clave, desde baterías hasta motores, representa un problema significativo. La estructura de adquisiciones estadounidense, diseñada para ritmos lentos, no está preparada para la producción rápida y descentralizada necesaria. Se propone diversificar la producción entre empresas medianas y pequeñas, bajo diseños estandarizados propiedad del gobierno, para crear un suministro resiliente y competitivo.

Plazos y Amenazas

La capacidad de producción masiva de China y la producción actual de Shaheds por parte de Rusia representan una amenaza inmediata. Irán también ha exportado su tecnología, consolidándose como un actor importante en la proliferación de armas asimétricas. La pasividad estadounidense representa una amenaza existencial para su capacidad de disuasión. El futuro de la guerra se define por el volumen, la rapidez y la adaptabilidad de armas baratas y versátiles.

En conclusión, la situación exige una respuesta urgente. Estados Unidos debe dejar de priorizar armas perfectas y enfocarse en la producción masiva de drones de bajo coste para asegurar su supervivencia estratégica en un mundo donde la guerra de enjambres ya es una realidad.

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