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Aumenta la mortalidad por caídas en ancianos en Estados Unidos

Recientemente se ha observado que, a partir de los 35 años, el rendimiento humano no se desploma como se había pensado, sino que se mantiene o mejora. Sin embargo, la vejez trae consigo nuevos problemas de salud y forma física. En Estados Unidos, se ha identificado un incremento alarmante en la mortalidad de personas mayores debido a caídas, y se ha encontrado un factor determinante en esta tendencia.

Un problema creciente

Las caídas se han convertido en una de las principales causas de muerte entre las personas mayores en Estados Unidos. En 2023, más de 41,000 adultos de más de 65 años fallecieron a causa de lesiones asociadas a caídas, y la tasa de mortalidad ha triplicado en los últimos 30 años. El grupo más vulnerable, los mayores de 85 años, ha pasado de 92 muertes por cada 100,000 en 1990 a 339 en 2023. Este aumento es preocupante, ya que coincide con décadas de esfuerzos en programas y guías médicas destinados a prevenir caídas, que no han logrado revertir la tendencia.

Los fármacos como detonante

El epidemiólogo Thomas Farley sostiene que la diferencia con países como Japón o los de Europa radica en la alta medicalización de los mayores estadounidenses. Se refiere a los llamados FRIDs (“fall risk increasing drugs”), que incluyen benzodiacepinas, opioides, antidepresivos, gabapentina, ciertos medicamentos cardiacos y antihistamínicos clásicos. Estos fármacos inducen somnolencia, mareos o debilidad, y están relacionados con un aumento del 50 al 75% en el riesgo de caídas en ancianos. La proliferación de estos medicamentos podría explicar el incremento en las muertes, a pesar de que otros factores como la pérdida de movilidad o los riesgos en el hogar no han empeorado en la misma proporción.

Aumenta la mortalidad por caídas en ancianos en Estados Unidos
*Imagen referencial generada por IA.

Otros factores

Otros especialistas, como Thomas Gill y Neil Alexander, matizan esta perspectiva al señalar que antes, las muertes de ancianos eran atribuidas a insuficiencia cardiaca u otras dolencias, minimizando el papel de las caídas. Actualmente, se documenta mejor, lo que aumenta las estadísticas. Además, el avance de la medicina ha permitido que personas con enfermedades crónicas y discapacidades múltiples vivan más tiempo, haciendo que el grupo actual de mayores de 85 años sea más frágil que hace tres décadas. Esta fragilidad acumulada podría explicar en parte por qué hay más muertes tras una caída. Aunque el uso de opioides y benzodiacepinas ha disminuido, han aumentado las prescripciones de antidepresivos y gabapentina, manteniendo la exposición a estos fármacos.

La urgencia de la “desprescripción”

Ante el consenso sobre el papel clave de los fármacos, surge la estrategia de la “desprescripción”, que implica revisar y retirar medicación innecesaria o ajustar dosis para reducir riesgos. Redes como la US Deprescribing Research Network destacan que es más fácil recetar que retirar tratamientos una vez instaurados, debido a la inercia clínica y la resistencia de los pacientes. La lista Beers Criteria ya recomienda terapias alternativas, como terapia cognitivo-conductual para el insomnio, fisioterapia, ejercicio y enfoques psicológicos para el dolor, en lugar de ansiolíticos o analgésicos potentes.

Disciplina samurái al rescate

En un estudio de la Universidad de Tohoku, se reveló que el Rei-ho, una práctica tradicional japonesa asociada a los samuráis que consiste en movimientos lentos y controlados de sentarse, levantarse y caminar, puede mejorar significativamente la fuerza de las rodillas y reducir el riesgo de caídas en mayores. En solo tres meses, adultos que realizaron esta rutina durante cinco minutos al día, cuatro veces por semana, aumentaron en promedio un 25.9% su fuerza de extensión de rodilla, en comparación con el 2.5% del grupo de control. Este método, que no requiere equipamiento y minimiza riesgos de lesión, se presenta como una alternativa accesible para combatir la pérdida de masa muscular y la fragilidad, combinando beneficios físicos con el valor cultural de una tradición ancestral adaptada a los desafíos de la salud moderna.

Tragedia prevenible

Cada caída que causa fracturas, lesiones cerebrales o dependencia es un evento devastador que altera vidas y genera costos enormes. La paradoja es que muchas de estas muertes podrían prevenirse con un control más riguroso de la prescripción y con programas que prioricen intervenciones no farmacológicas. La clave, en este contexto, es que los pacientes y cuidadores exijan a sus médicos revisar los tratamientos y plantear alternativas, ya que a menudo esa conversación no se lleva a cabo. El aumento de muertes por caídas en ancianos no debe ser visto como una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino como un reflejo de fallos en el modelo de atención, que requiere una urgente revalorización de la calidad y seguridad de los años ganados.

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