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François Bayrou, el político que se volvió invisible

François Bayrou, de 74 años, un veterano demócrata cristiano, se sienta frente a su ordenador y se conecta a YouTube. Es el 5 de agosto a las cinco de la tarde. Todos los políticos, menos él, han salido de vacaciones y desea que esto se note. El primer ministro, que se ha convertido en youtuber, se acomoda en su escritorio y ajusta torpemente la cámara mientras suena la música del Gobierno de Francia. Así comienza a compartir su ambición veraniega: explicar a los franceses su visión del Presupuesto para 2026 y reunir apoyos para un plan de ahorro de 44.000 millones de euros. Sin embargo, la emisión, realizada en pleno agosto, resulta extremadamente aburrida y la audiencia le da la espalda.

La iniciativa de emitir en verano sobre el Presupuesto, cuando los franceses están de vacaciones, tuvo escaso impacto, con apenas 20.000 visualizaciones por capítulo. Esto se compara con la decisión de convocar una moción de confianza sin consultar a los partidos que debían apoyarle, lo que ocurrió 20 días después de su debut como youtuber y marcó su caída. Desde entonces, el primer ministro ha desaparecido del radar de los franceses, la clase política y la opinión pública, y solo se espera lo que sucederá después del lunes, día en que deberá dimitir tras solo ocho meses en el cargo, un tiempo considerable si se compara con los tres meses de su predecesor, Michel Barnier, al darse cuenta de que no tiene apoyos.

La decisión de convocar una moción de confianza sin consultar a los partidos parece un suicidio político premeditado, lo que sugiere que nunca esperó permanecer mucho tiempo en el cargo, ni siquiera dimitió de su puesto como alcalde de Pau (sur).

Jean-Yves Dormagen, presidente y fundador de la empresa de sondeos Cluster17 y catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Montpellier, opina que Bayrou “sabía que no tendría mayoría para aprobar su Presupuesto y pensó en cómo organizar su salida”. Según Dormagen, Bayrou adoptó una postura ofensiva porque sabía que tendría que dimitir el 8 de septiembre. Esta estrategia de comunicación busca mostrarlo como un líder valiente que se aferra a sus convicciones de reducción de la deuda, presentándose como un hombre responsable ante una clase política que actúa por pequeños cálculos.

Varios políticos ya piensan en las elecciones presidenciales de 2027, y Bayrou no descarta presentarse. Una salida responsable podría ser una mejor carta de presentación, a pesar de que su impopularidad alcanza niveles récord, incluso por debajo de la del presidente Emmanuel Macron. “Hoy, el juicio sobre él es muy negativo. Barnier logró construir una popularidad como primer ministro, pero Bayrou no lo ha conseguido. Tuvo problemas de comunicación y el caso Bétharram, donde se produjeron abusos durante su mandato como ministro de Educación, le afectó gravemente. Además, representa plenamente el macronismo, ya que se unió a Macron desde el principio al retirar su candidatura para que él ganara”, recuerda Dormagen.

Bayrou, un hábil contorsionista del poder, ha estado presente en la política francesa como un puente entre la derecha y la izquierda. Como alcalde de Pau, elegido sin interrupción desde 1982, ha sido ministro en tres ocasiones y candidato a primer ministro en varias oportunidades, pero siempre ha terminado como un tercer hombre. Su centroderechismo y la convicción de que había espacio para la moderación radical le llevaron a fundar en 2007 el Movimiento Democrático (MoDem), una confluencia de centristas de la derecha y desencantados de la izquierda.

Este movimiento tuvo éxito, especialmente después de que en 2017 ofreciera un pacto electoral a un joven Macron, cediendo su influencia en el suroeste de Francia. Bayrou se retiró y entregó su apoyo a Macron, quien desde entonces parece haber dejado de deberle algo.

El problema de Bayrou radica en su intento de agradar a todos, lo que ha generado un rechazo unánime. El escritor Michel Houellebecq lo retrató hace diez años en su novela Sumisión, donde describía a un primer ministro laxo y gris que buscaba no incomodar a nadie. Houellebecq previó que Hollande, Sarkozy y Bayrou formarían un frente común para evitar que Marine Le Pen llegara a la presidencia, y que un nuevo presidente musulmán nombraría a Bayrou como primer ministro, representando un centrismo insustancial.

El Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, a quien Bayrou ayudó a frenar en las elecciones de 2017 mediante su alianza con Macron, ha sido uno de sus principales críticos. Sébastien Chenu, vicepresidente y diputado del partido, considera que la gestión de Bayrou ha sido “catastrófica”. “Es lo peor de la vieja política, ganar tiempo y hacer maniobras sin realizar reformas reales”, afirma.

François Bayrou ya era diputado cuando Emmanuel Macron tenía nueve años y fue ministro cuando el actual presidente era un adolescente. Ha pasado por casi todos los niveles de la política francesa, excepto el de presidente. Al concluir su breve mandato como primer ministro, no se retirará a casa, ya que continuará siendo alcalde y, si surge una oportunidad, intentará presentarse a las elecciones de 2027.

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