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El restaurante de casi 100 años que inspiró un tango de Piazzolla

Cerca de la calle Corrientes, de los teatros, las librerías y los cafés, hay una esquina que resulta familiar para cualquiera que haya frecuentado el centro porteño. En el cruce de Sarmiento y Montevideo, los ventanales y el colorido de Chiquilín, con sus paredes y letreros de neón, no pasan desapercibidos.

Fundado en 1927, el restaurante ha sido testigo de una Buenos Aires que ya no existe. “Esta zona era de corridas nocturnas, de gente yendo y viniendo a las dos de la mañana”, comenta Carlos Ganduglia, propietario de Chiquilín. Aunque él llegó en el año 2000, ha visto de todo en su trayectoria. “Es una historia de casi 100 años; parece poco, pero es un cuarto de siglo”, dice con una sonrisa.

Chiquilín comenzó bajo el nombre de Bachín, ubicado en el antiguo mercado central que existía donde actualmente está el Paseo La Plaza. “Contar la historia de Chiquilín directamente me supera”, explica Ganduglia, quien reconstruye la historia a partir de relatos de generaciones pasadas y de sus clientes.

El nombre actual surgió de una discusión entre socios, donde uno se llevó el nombre original y el otro optó por Chiquilín, justo cuando Piazzolla y Ferrer habían escrito el famoso tango “Chiquilín de Bachín”.

Ganduglia, quien llegó al restaurante como socio en el año 2000, ha trabajado en diversas áreas y ahora se encarga de recibir a los clientes en la cena. “Desde la puerta, se ve todo: lo que pasa afuera, cómo cambia la ciudad, y lo que pasa adentro”, dice, destacando la importancia de un buen servicio.

La pandemia representó un gran desafío, reduciendo los cubiertos mensuales de 10.000 a 250. Sin embargo, Chiquilín se reinventó, eliminando manteles de papel y mejorando su oferta gastronómica, enfocándose en un público de ingresos medios y altos.

El restaurante ha visto cambios en el turismo, con la llegada de nuevos visitantes, y ha mantenido una relación cercana con sus empleados y clientes, quienes han sido parte de su historia. “Los equipos de trabajo son muy importantes”, enfatiza Ganduglia, recordando diversas anécdotas con sus empleados y clientes habituales.

Chiquilín ofrece una variedad de platos, incluyendo carnes y pastas, destacando la calidad de sus ingredientes y la experiencia del servicio. “Esto es tango, Buenos Aires, conversación”, concluye Ganduglia, reafirmando la identidad del restaurante en el contexto porteño.

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