Todos los gobiernos enfrentan situaciones de crisis similares a las que actualmente parecen estar abrumando a la administración de Javier Milei. Estas coyunturas ponen en juego la credibilidad presidencial, tanto dentro como fuera del país, y generan interpretaciones sesgadas dentro del círculo de decisión que pueden derivar en nuevos errores. La percepción de un creciente descontrol afecta la dinámica de los mercados, que son propensos a caer en tormentas de volatilidad. Este contexto electoral incrementa la sensación de desasosiego. Sin embargo, la experiencia indica que es posible limitar el daño o incluso aprovechar la oportunidad para relanzar áreas clave mediante planes de contingencia que acoten el impacto de los escándalos. Esto implica responder con información y voceros creíbles, además de desplegar acciones políticas y mediáticas para recuperar la confianza de la ciudadanía.
Para alcanzar este objetivo, se requiere un equipo de profesionales que trabajen a tiempo completo y cuenten con recursos suficientes para manejar estas crisis, que también son comunes en el sector privado. Estos eventos, que pueden ser inesperados y reputacionalmente desastrosos, demandan la intervención de expertos en comunicación, marketing y relaciones públicas, así como voceros y especialistas en narrativas. El gobierno actual carece de un equipo con estas cualidades, lo que es crucial para navegar las aguas turbulentas y retomar el control de la situación. La inexperiencia y la inercia pueden jugar en contra si se produce un bloqueo ante la necesidad de tomar decisiones rápidas y efectivas.
En algunos casos, el impacto de ciertos hechos es irremediable. Por ejemplo, situaciones de corrupción evidentes o decisiones que exponen falta de sentido común pueden resultar en un daño irreparable, sin importar los esfuerzos comunicacionales. Los ejemplos son abundantes tanto en el sector público como en el privado. Un caso emblemático fue el de los “pollos de Mazzorín” en 1986, que generó una gran confusión y estigmatización hacia el gobierno de Raúl Alfonsín. En contraste, durante el “caso Maldonado” en la presidencia de Mauricio Macri, el gobierno logró manejar la situación de manera eficaz, lo que resultó en un buen desempeño electoral.
Por otro lado, compañías como Siemens y IBM han demostrado que un manejo adecuado de la comunicación puede ayudar a superar crisis reputacionales. En el caso de Siemens, la empresa implementó cambios significativos tras admitir sobornos, lo que le permitió recuperar su imagen. En contraste, Monsanto nunca logró superar los ataques constantes a pesar de sus innovaciones, lo que llevó a su venta a Bayer. Así, un manejo profesional de la comunicación es fundamental para mitigar los efectos de una crisis, aunque no puede evitar las consecuencias de errores graves.
Como concluyó un profesional consultado, “magia no hacemos; milagros, tampoco”. Sin embargo, un enfoque adecuado puede ayudar a acotar el daño y generar fortalezas en momentos críticos.
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