MAR DEL PLATA.- Envuelta en una frazada ajustada con cinta de embalar, Retrato de dama ingresó al mediodía a la sede de la Fiscalía General Federal local. La obra fue entregada por Carlos Murias, abogado de Patricia Kadgien, quien junto a su esposo se encuentra bajo prisión domiciliaria por tenencia y ocultamiento de esta pintura del siglo XVIII, robada durante la Segunda Guerra Mundial a un galerista holandés por fuerzas del gobierno nazi, que contaba entre sus círculos de poder a Friedrich Kadgien, padre de la acusada.
La justicia buscaba esta obra desde hacía diez días, a partir de una denuncia iniciada por Interpol y la Agencia de Recaudación y Control Aduanero, originadas en una publicación periodística. Se realizaron cinco allanamientos, dos en la casa del matrimonio detenido, todos sin éxito en la búsqueda de la obra del artista italiano Giusseppe Ghislandi.
El fiscal general Daniel Adler y su colega investigador, Carlos Martínez, mostraron a media tarde de este miércoles la pieza, que se encuentra en perfecto estado de conservación y quedará bajo custodia de fuerzas federales. “Estimamos que data de 1710, se mantiene en muy buen estado”, reconoció Ariel Bassano, uno de los especialistas que trabajó en el acondicionamiento de la obra para su traslado.
No se brindaron detalles sobre el proceso que llevó a los acusados a cambiar de actitud. Sin embargo, la entrega se produjo horas después de que la justicia civil ordinaria rechazara intervenir en un pedido para que la propiedad de la obra se dirimiera en ese ámbito como una disputa de derechos de herencia.
La decisión de entregar la pintura se tomó un día antes de la audiencia de imputación que Kadgien y su marido, Juan Carlos Cortegoso, tienen programada para este jueves, donde escucharán al fiscal Martínez acusándolos de encubrimiento de robo en contexto de genocidio.
Los acusados y su defensa esperan que este giro de colaboración con la investigación les permita continuar el proceso sin restricciones de libertad. Dos expertos en obras de arte, que habían sido convocados por la justicia para el desarrollo de los allanamientos y el secuestro de otras obras también involucradas en esta causa, participaron en la presentación pública de Retrato de dama.
Se considera que esta pintura fue robada por el nazismo a Jacques Goudstikker, un galerista holandés judío, a principios de la década de 1940. Sus herederos, representados por una nuera que vive en Estados Unidos, han mantenido vivo el reclamo de esas obras. La Agencia de Patrimonio Cultural de Países Bajos también ha documentado las obras de arte reclamadas por robo desde aquellos días de guerra, delitos que, por normativa internacional, no prescriben.
La obra fue identificada en manos de Patricia Kadgien tras una publicación inmobiliaria que mostraba varias fotografías de su casa. Un periodista del periódico AD la vio en una de esas imágenes, lo que llevó a la investigación sobre los delitos cometidos por Friedrich Kadgien, en el marco del 80° aniversario de la Segunda Guerra Mundial.
El fiscal interpretó la modificación de la escena en la casa como un intento de ocultar la obra e interferir en la investigación, lo que motivó la prisión domiciliaria decretada por el juez Inchausti. La defensa de Kadgien y su esposo buscó una alternativa en los tribunales de provincia, presentando una acción declarativa de certeza para que el fuero civil interviniera en el caso.
El juzgado civil determinó que no era competente para intervenir en un caso donde la justicia federal persigue el secuestro de una obra de arte con un origen ilícito que podría constituir un crimen internacional. El fiscal Adler destacó la predisposición de la defensa de Kadgien en la gestión de la entrega de la pintura y el aporte de los medios de prensa en la apertura de este caso.
Bassano mencionó que la obra de Ghislandi tiene un valor mínimo en el mercado internacional de 30.000 dólares, y la más cara de este artista ronda los 270.000. La pintura, que data de 1710, representa a la condesa Colleoni y mide casi un metro y medio de alto por casi 80 centímetros de ancho.
Una vecina de los acusados expresó su opinión sobre la obra y sus consecuencias, diciendo: “pobre gente, complicarse la vida con la justicia por un cuadro tan feo”.
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