Las Islas Baleares atraviesan una grave crisis hídrica, con recursos en niveles alarmantes. A pesar de recibir cifras récord de turistas este verano, las reservas de agua han caído a mínimos históricos. En el municipio de Sóller, por ejemplo, solo hay agua garantizada para los próximos diez días, mientras que Ibiza se enfrenta a sus peores reservas en diez años.
Sóller en el centro de la crisis
La situación es crítica en Sóller, un municipio de 13.000 habitantes, donde el ayuntamiento tuvo que declarar medidas de emergencia el 29 de agosto. Estas medidas incluyen la prohibición de llenar piscinas, regar jardines, lavar coches y limpiar fachadas. Además, el servicio de limpieza municipal no puede usar agua para baldear las calles.
El alcalde de Sóller ha calificado la situación como “nada alentadora”, lo que ha generado descontento entre los vecinos. Bartu Miró, portavoz de la plataforma local Sos Sóller, critica la falta de acción del consistorio, que esperó hasta el final de agosto para actuar, a pesar de que la escasez de agua era un problema previsible.
Recuerdos de crisis pasadas
Los residentes temen que se repitan episodios del pasado, cuando la extracción excesiva de agua de los pozos llevó a la salinización de acuíferos. En 2001, diez de los 21 acuíferos de Mallorca estaban salinizados, lo que podría dejar inservible la fuente hídrica durante años.
La crisis no es exclusiva de Sóller; otros municipios, como Deià, también han tenido que implementar cortes de suministro. La situación en la Tramuntana es un reflejo de un problema más amplio que afecta a todo el archipiélago.
Estado de prealerta en Baleares
Según la Conselleria de la Mar y del Ciclo del Agua, prácticamente todas las unidades de demanda en Baleares se encuentran en un escenario de prealerta por sequía. Solo Formentera y la zona sur de la Tramuntana no están en alerta, aunque esta última tiene restricciones severas.
Ibiza reporta sus peores reservas de agua en años, mientras que Menorca se encuentra en un 40% de sus reservas, el segundo peor registro histórico. Formentera, aunque en un estado de prealerta menos severo, también enfrenta una situación delicada, dependiendo casi exclusivamente del agua producida por desaladoras.
El impacto del turismo
Mientras se pide a los residentes que reduzcan su consumo de agua, los grupos ecologistas señalan al turismo como uno de los principales responsables de la crisis hídrica. Un informe de la Universitat de les Illes Balears indica que el 25% del consumo total de agua en el archipiélago se debe a los turistas.
Pere Joan, portavoz de la plataforma Menys Turisme, Més Vida, critica que las restricciones se apliquen en zonas menos turísticas, sugiriendo que se prioriza el consumo del visitante sobre las necesidades de los residentes.
Medidas del Govern balear
Ante la crisis, el Govern balear ha propuesto un plan de acción de 288 millones de euros para mejorar el suministro de agua, que incluye la ampliación de desaladoras y la promoción de la reutilización de aguas depuradas.
Desafíos de las desaladoras
A pesar de su importancia, las desaladoras presentan inconvenientes, como el alto consumo energético y el impacto ambiental de la salmuera que se devuelve al mar, lo que puede dañar ecosistemas marinos vitales.
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