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El dolor menstrual en adolescentes se asocia a riesgo de dolor crónico

Durante generaciones, se ha transmitido la idea de que el dolor menstrual es una experiencia normal que las mujeres deben soportar. Sin embargo, un estudio longitudinal publicado en The Lancet Regional Health – Europe desafía esta percepción, advirtiendo que experimentar dolor menstrual intenso durante la adolescencia puede estar relacionado con problemas de salud en la edad adulta.

Un problema de salud pública

Este estudio siguió a más de mil participantes en el Reino Unido durante varias décadas. Los hallazgos indican que a mayor severidad del dolor menstrual a los 15 años, mayor es la probabilidad de desarrollar dolor crónico a los 26 años. De esta manera, el dolor menstrual se convierte en un serio problema de salud pública.

Una metodología con vistas a largo plazo

Los investigadores utilizaron datos del Avon Longitudinal Study of Parents and Children (ALSPAC), un proyecto que ha seguido la vida de miles de personas desde su nacimiento en los años 90. Se evaluó la severidad del dolor menstrual en 1.157 participantes a los 15 años, clasificándolo como nulo, leve, moderado o severo.

Cuando las participantes alcanzaron los 26 años, se realizó un nuevo análisis sobre su estado de salud, preguntando si sufrían algún tipo de dolor crónico, definido como un dolor que duraba al menos tres meses.

Unas cifras preocupantes

Después de ajustar los datos para descartar la influencia de factores como el índice de masa corporal, el nivel socioeconómico y problemas de salud mental previos, se encontró que las adolescentes con dismenorrea moderada tenían un 65% más de probabilidad de sufrir dolor crónico en la adultez en comparación con aquellas sin dolor menstrual. En el caso de las dismenorreas severas, el riesgo aumentaba hasta un 76%.

Esto representa un incremento del riesgo absoluto de 12,7 y 16,2 puntos porcentuales, respectivamente. Además, casi el 60% de las adolescentes en la muestra reportaron dolor menstrual de moderado a severo.

Un problema que se extiende por el cuerpo

Uno de los hallazgos más significativos del estudio es que la asociación entre el dolor menstrual y el dolor crónico no se limita al dolor abdominal o lumbar. Las adolescentes con dismenorrea severa también mostraron un mayor riesgo de sufrir dolor crónico en otras áreas como la cabeza, espalda, rodillas, muñecas, caderas y muslos.

¿Por qué?

Los autores sugieren que esta situación puede deberse a una sensibilidad central. Durante la adolescencia, el sistema nervioso es altamente moldeable, y la experiencia repetida de un dolor intenso y mal gestionado puede “entrenar” al sistema nervioso para volverse hipersensible.

Esto implica que el cerebro y la médula espinal pueden aprender a estar en un estado de alerta constante, aumentando la vulnerabilidad a desarrollar otros tipos de dolor en el futuro, incluso en áreas no relacionadas.

No es algo puramente psicológico

El estudio también encontró una relación entre la dismenorrea y un aumento en síntomas de ansiedad y depresión, aunque estos factores solo explicaron una pequeña parte de la conexión con el dolor crónico, lo que refuerza la idea de que la causa principal es fisiológica y no simplemente psicológica.

Hay que dejar de normalizar el dolor

La conclusión del estudio es un llamado a la acción para padres, educadores y el sistema sanitario. Normalizar el dolor menstrual y considerarlo “algo normal” puede tener graves consecuencias a largo plazo, que impactarán en el sistema de salud.

Los investigadores destacan que el estigma menstrual y la falta de educación sobre la salud menstrual llevan a muchas jóvenes a no buscar ayuda, o a que sus quejas sean minimizadas. Por lo tanto, la identificación temprana y el manejo adecuado de la dismenorrea podrían ser clave para mejorar el bienestar de las adolescentes y prevenir problemas de salud en el futuro.

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