A partir de un artículo publicado en la revista New Scientist, se ha reavivado el debate sobre la utilidad del concepto de infinito en la vida diaria, así como la controversia en torno a los números extremadamente grandes.
La fascinación por el infinito
El infinito ha sido un tema de interés desde la Antigua Grecia, donde matemáticos como Zenón de Elia y Arquímedes exploraron sus implicaciones. En el siglo XVII, Isaac Newton y Gottfried Wilhelm Leibniz formalizaron el cálculo infinitesimal, que se basa en este concepto.
El matemático alemán Georg Cantor, en el siglo XIX, demostró que existen diferentes tipos de infinito y que algunos son más grandes que otros, lo que ha sido fundamental para el desarrollo de las matemáticas modernas.
Críticas al infinito
Sin embargo, algunos matemáticos contemporáneos, como Doron Zeilberger, argumentan que el infinito es una ilusión y que su eliminación podría simplificar las matemáticas. Este grupo, conocido como ultrafinitistas, sostiene que incluso los números finitos enormes, como 10⁹⁰, pueden ser irrelevantes.
Zeilberger afirma que el infinito complica innecesariamente la ciencia y propone centrarse en números “factibles”, aquellos que pueden ser nombrados, calculados y utilizados en la práctica.
La conexión con la actividad humana
Rohit Parikh, de la City University de Nueva York, también defiende la idea de que los números deben estar conectados con la actividad humana. Sugiere que se debe establecer un límite en los números que se consideran válidos en matemáticas.
Implicaciones en matemáticas y física
Esta perspectiva ha llevado a un enfoque más práctico en matemáticas y física, donde se utilizan recursos finitos para resolver problemas complejos. Max Tegmark, un físico sueco-estadounidense, ha señalado que el infinito podría estar obstaculizando el desarrollo de teorías más precisas en la ciencia.
En conclusión, el debate sobre el infinito y su relevancia continúa, planteando preguntas sobre la naturaleza de las matemáticas y su aplicación en el mundo real.
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