La inteligencia artificial generativa ha llegado a las aulas argentinas, sorprendiendo a muchos docentes. Desde el inicio del ciclo lectivo 2023, tras el lanzamiento de la primera versión de Chat GPT, comenzaron a surgir inquietudes entre los profesores. Comentarios como “Un chico con dificultades para redactar me entregó una monografía impecablemente escrita” y “Recibí cinco trabajos prácticos idénticos” reflejan la preocupación por el uso de esta tecnología en el ámbito académico.
Con el tiempo, los estudiantes han adoptado la inteligencia artificial para diversas tareas, como la redacción de trabajos y la resolución de problemas matemáticos. A medida que los docentes se adaptan, algunos han optado por abandonar los exámenes tradicionales, prefiriendo evaluaciones orales o escritas en clase. Universidades internacionales han comenzado a implementar herramientas digitales para detectar el uso de IA en los trabajos de los estudiantes, advirtiendo sobre posibles sanciones.
Sin embargo, la situación sigue siendo incierta. Según Santiago Bellomo, decano de la Escuela de Educación de la Universidad Austral, “Las universidades deben armar el cohete mientras salen al espacio”. En este contexto, muchos docentes han dejado de lado los parciales y finales domiciliarios, lo que ha llevado a un cambio en la forma de evaluar a los estudiantes.
Los expertos coinciden en que la IA puede ser una herramienta que potencie el aprendizaje, pero también advierten sobre el riesgo de un “bypass cognitivo”, donde los estudiantes dependen demasiado de la tecnología. Emmanuel Iarussi, investigador del Conicet, sostiene que es crucial mantener un rol motivador para los alumnos, resaltando que la IA desafía más a los estudiantes que a los profesores.
La Universidad de Buenos Aires está realizando un estudio sobre el uso de IA entre alumnos y docentes para definir estrategias que permitan afrontar este nuevo escenario educativo, buscando oportunidades que potencien el trabajo de los estudiantes en lugar de prohibir el uso de la tecnología.
En un entorno donde la IA se ha integrado al proceso educativo, los docentes enfrentan el desafío de motivar a los estudiantes en un contexto donde muchas tareas pueden resolverse con un clic. Bellomo enfatiza la necesidad de un acompañamiento personalizado para que los estudiantes comprendan que aún hay aspectos que no pueden ser abordados por la IA.
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