Desde hace décadas, se realizan experimentos con animales para estudiar diversos efectos, a pesar de las cuestiones éticas que esto implica. En 1995, la NASA llevó a cabo uno de los experimentos más curiosos, en el que se buscaba medir la toxicidad de las drogas mediante arañas.
Midiendo la toxicidad
Este experimento no surgió de la nada. En 1948, el investigador Peter N. Witt ya había administrado sustancias como LSD y anfetaminas a arañas para modificar sus patrones de tejido en las telarañas. Aunque no se logró cambiar el horario de tejido, sí se observaron alteraciones en los patrones de las telarañas, lo que abrió la puerta a nuevas investigaciones.
¿Por qué arañas?
La elección de las arañas se debió a que su sistema nervioso es diferente al de los mamíferos, lo que genera menos controversia ética. La NASA buscaba medir el efecto tóxico de diferentes compuestos sin recurrir a organismos más complejos. Las arañas son ideales para este tipo de estudios debido a los patrones fijos y sensibles de sus telarañas.
El experimento
Bautizado como “Using Spider-Web Patterns To Determine Toxicity”, el experimento consistió en exponer a diversas arañas a diferentes drogas disueltas en agua azucarada. Las arañas fueron alimentadas con moscas tratadas con la solución, y se fotografiaron las telarañas resultantes para comparar con las anteriores al tratamiento.
Resultados
Los resultados mostraron que a mayor toxicidad, más caótica e incompleta era la telaraña. La NASA utilizó herramientas estadísticas para medir los cambios en la estructura de las telarañas, lo que permitió correlacionar la toxicidad con la morfología del tejido.
Consecuencias
Este método se convirtió en una alternativa a las pruebas tradicionales de toxicidad, ofreciendo una forma menos invasiva y rigurosa de evaluar los efectos de las sustancias. Además, ayudó a aumentar el debate sobre la ética en la experimentación animal, demostrando que existen métodos alternativos que son más éticos y económicos.
Aunque el experimento proporcionó información valiosa, sus resultados no son aplicables a humanos debido a las diferencias en los sistemas nerviosos. Por ejemplo, la cafeína provoca un caos total en las arañas, pero su efecto en humanos es diferente, lo que limita la transferencia de estos hallazgos a otros organismos.
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