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La ciencia y el debate sobre el consumo de leche en adultos

“Bebe leche si quieres crecer fuerte”, era una de las frases más repetidas en la infancia. Sin embargo, ¿sigue siendo válida en la adultez? Para algunos, el vaso de leche antes de dormir es un placer nostálgico; para otros, un producto prescindible e incluso problemático. La leche se encuentra en el centro de un debate en el que nutricionistas, médicos y estudios científicos no siempre coinciden.

¿Se puede seguir bebiendo leche?

La respuesta corta es sí, siempre que no exista alergia o intolerancia. La doctora en nutrición Rosa María Ortega, de la Universidad Complutense de Madrid, ha señalado que “prescindir de los lácteos sin justificación es un error. Es difícil lograr el aporte de algunos nutrientes adecuados sin tomar lácteos”. La dietista-nutricionista Julia Farré también ha recordado que la leche aporta proteínas de alto valor biológico, calcio y vitaminas A y D.

No obstante, como han subrayado Giuseppe Russolillo y Leticia López en CuídatePlus, la respuesta también depende de la cultura alimentaria y la genética. En Europa, el consumo de lácteos está muy arraigado desde hace siglos, lo que se ha traducido en una menor prevalencia de intolerancia a la lactosa.

Los defensores de la leche

Desde esta perspectiva, Ortega ha subrayado su valor proteico: un 80% de caseína, de absorción lenta, y un 20% de suero lácteo, de absorción rápida, lo que garantiza un suministro constante de aminoácidos. Además, el portal Healthline añade que la leche aporta 18 de los 22 nutrientes esenciales, como calcio, fósforo, potasio y vitaminas A y B12. Se ha vinculado su consumo con un mayor control del apetito, prevención de la diabetes tipo 2 y beneficios para la salud cardiovascular.

Por su parte, la dietista Vedika Premani ha recordado que un vaso de leche diario sigue siendo un buen aliado contra la osteoporosis y la pérdida de masa ósea en la edad adulta. La dietista Sara Langnas la destaca como una bebida de recuperación útil tras el ejercicio físico gracias a su aporte de proteínas e hidratos de carbono.

No todos los expertos son entusiastas

Sin embargo, los investigadores del CIBEROBN han observado que un alto consumo de leche entera se asocia con un mayor deterioro cognitivo en adultos con riesgo cardiovascular, sin que esta asociación se encuentre con lácteos bajos en grasa, yogur o queso. Desde Harvard, los profesores David Ludwig y Walter Willett han cuestionado las recomendaciones de tres raciones diarias de lácteos, señalando que los países con mayor consumo registran más fracturas de cadera y advirtiendo de una posible relación con mayor riesgo de cáncer de próstata y endometrio.

No todo es leche de vaca

En los últimos años, las bebidas vegetales —como soja, avena, almendra y arroz— han pasado de ser un recurso para intolerantes a la lactosa a convertirse en una opción más. Sin embargo, como ha explicado un experto, la mayoría de estas bebidas contienen menos proteínas y aminoácidos esenciales que la leche y, en muchos casos, más azúcares añadidos. La dietista Julia Farré ha señalado que estas bebidas, salvo que estén fortificadas, suelen aportar menos calcio, vitamina D y proteínas de calidad que la leche animal.

Aun así, como han explicado expertos citados por Vogue, pueden ser una opción válida cuando se eligen versiones enriquecidas y cuentan con el argumento de la sostenibilidad ambiental, que cada vez pesa más en las decisiones de consumo.

¿Y la intolerancia a la lactosa?

La tolerancia individual es un factor determinante. La lactosa es el azúcar natural de la leche y se digiere gracias a la enzima lactasa. La intolerancia a la lactosa afecta de manera desigual en el mundo: apenas un 5% en el norte de Europa, frente a un 95% en asiáticos. En España, las cifras se sitúan entre el 20 y el 30%.

Los síntomas varían desde gases y dolor abdominal hasta diarrea. Sin embargo, la dietista Julia Farré ha aclarado que “no suele ser una intolerancia del 100%: muchas personas no toleran la leche, pero sí el yogur o los quesos curados, que contienen menos lactosa”.

¿Y si no queremos tomar leche?

Los expertos coinciden en que no es imprescindible. Según Vogue, es posible obtener calcio y proteínas de verduras de hoja verde, legumbres, pescados con espina, tofu enriquecido con calcio o bebidas vegetales fortificadas. El yogur y el queso, por su menor contenido en lactosa, suelen ser mejor tolerados por quienes tienen digestiones más sensibles.

¿Merece la pena?

La ciencia no ofrece una respuesta única, pero sí un consenso: la leche no es imprescindible, pero tampoco es peligrosa si se consume con moderación y tolerancia individual. Si nos sienta bien, puede seguir siendo un alimento práctico, nutritivo y culturalmente arraigado en nuestra dieta. Si no, existen alternativas suficientes para cubrir las necesidades de calcio, proteínas y vitaminas sin necesidad de abrir el tetrabrik. La clave está en escuchar a nuestro propio cuerpo, ya que la pregunta no es si la leche es buena o mala, sino si lo es para cada uno de nosotros.

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