El Manchester City ha fichado a jugadores sin restricciones, mientras que el Al-Hilal paga más de 100 millones al año a Neymar. El Chelsea ha gastado 300 millones en un solo verano. En contraste, el Real Madrid se ve obligado a transformar el Bernabéu en un centro comercial con césped retráctil para mantenerse competitivo.
Esta situación refleja la necesidad de los estadios españoles de convertirse en generadores de ingresos durante todo el año. La innovación no es un lujo, sino una cuestión de supervivencia.
El problema comenzó cuando la Premier League empezó a repartir 2.000 millones al año en derechos televisivos, lo que llevó a la aparición de clubes-estado como el City, el PSG y el Newcastle, y a la llegada de Arabia Saudí con contratos que superan a los de los jeques del Golfo.
Los clubes españoles analizan sus ingresos y se dan cuenta de que el último equipo de la Premier ingresa más por televisión que el cuarto de La Liga. El Nottingham Forest puede pagar salarios que equipos como Sevilla o Valencia no pueden afrontar, y cuando intentan competir por un jugador, un club saudí ofrece el triple.
Ante esta situación, la solución ha sido exprimir al máximo los estadios: conciertos, bodas, tours, restaurantes, y cualquier evento que pueda generar ingresos, ya que 19 partidos de Liga al año no son suficientes para cubrir los gastos de un equipo de media tabla.
La metáfora valenciana
El Roig Arena, que abrirá pronto, ya cuenta con un extenso calendario de eventos confirmados. Este pabellón, que será el más grande de España con capacidad para 18.600 personas en conciertos, ha sido financiado con 280 millones de euros por Juan Roig, dueño de Mercadona.
A seis kilómetros, se encuentra el Nou Mestalla, abandonado durante 16 años, en una situación incómoda para el club y la ciudad. Las obras han sido reanudadas debido a la necesidad urgente de finalizar el proyecto.
Sin embargo, el Roig Arena podría acaparar el mercado de eventos que el Valencia CF necesita. El club espera que el Nou Mestalla, una vez terminado en 2027, funcione durante todo el año para generar ingresos, pero el pabellón de Roig podría haber capturado ya muchos eventos importantes.
La estrategia de Roig se centra en crear un espacio multiusos que no dependa de fichajes ni de clasificaciones europeas. Solo necesita que la gente asista a eventos, lo que se alinea con la cultura actual de eventos en vivo.
Mientras tanto, el Valencia se enfrenta a una crisis bajo la gestión de Peter Lim, con un estadio a medio construir que podría llegar tarde a la competencia por eventos.
Y los casos en Madrid y Barcelona
El Real Madrid ha invertido 1.347 millones en el nuevo Santiago Bernabéu, no como un lujo, sino como una necesidad para competir con clubes como el City o el PSG.
El plan incluía conciertos durante todo el año, una tienda Starbucks de 900 metros cuadrados y tours a 30 euros por persona. Taylor Swift generó 9 millones en solo dos noches. Sin embargo, los problemas con los vecinos han llevado a multas de 2,6 millones de euros y a la suspensión de conciertos, lo que limita los ingresos del estadio.
El Atlético de Madrid ha intentado aprovechar el valor de su estadio Metropolitano, aunque también enfrenta amenazas de denuncias por ruido. Aún así, albergará diez conciertos de Bad Bunny, generando un millón por evento.
Por su parte, el FC Barcelona está invirtiendo 1.450 millones en el Camp Nou tras perder 100 millones al año jugando en Montjuïc. La situación refleja la paradoja perfecta: es necesario gastar dinero que no se tiene para generar ingresos que permitan competir con clubes con recursos ilimitados.
El objetivo es que el nuevo estadio genere 247 millones anuales, no solo de fútbol, sino de cualquier actividad que se pueda monetizar, ya que 19 partidos de Liga no son suficientes para cubrir los intereses de los créditos.
El boom que todos quieren cazar
En 2024, España generó 725 millones en música en vivo, alcanzando un récord por tercer año consecutivo. Este crecimiento, impulsado por el FOMO y las redes sociales, ha llevado a los clubes a buscar nuevas fuentes de ingresos.
El Betis está reformando el Villamarín, no solo para conciertos, sino para incluir un hotel, un centro de bienestar y una clínica. El Athletic está explorando nuevas formas de monetizar San Mamés, vendiendo entradas caras para experiencias exclusivas. Todos han comprendido que deben diversificar sus fuentes de ingresos o arriesgarse a convertirse en canteras de los clubes-estado.
Los estadios del futuro no serán solo lugares para el fútbol, sino espacios multiusos donde se jugará al fútbol ocasionalmente. Juan Roig ha comprendido esta necesidad, optando por construir pabellones en lugar de adquirir clubes de fútbol. Los clubes que se adapten a esta nueva realidad podrán sobrevivir; aquellos que continúen pensando que 19 partidos al año son suficientes, podrían quedar relegados a un segundo plano.
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