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Historias de la Media Maratón de Buenos Aires: nunca tantos corrieron juntos

La Media Maratón de Buenos Aires reunió a 27,500 corredores con un objetivo común: cruzar una línea en el piso y recorrer 21,097 metros. Cada participante le otorga un sentido personal a la carrera. Para Jacob Kiplimo, la meta era establecer un nuevo récord mundial; para Daiana Ocampo y Florencia Borelli, luchar por el récord sudamericano; y para Manuel Córsico y Laureano Rosa, disputarse el título argentino. Sin embargo, para más de 27,000 personas, el objetivo era encontrar un nuevo sentido a sus vidas.

Pablo Cirone, un exboxeador y albañil, se presenta con una sonrisa. A su alrededor, un grupo de unas veinte personas disfruta de la hora mágica que sigue a la carrera. Sin proponérselo, se ha convertido en “el profe” del grupo. Cirone relata que había dejado el deporte a los 30 años, pero a los 40 comenzó a correr en una pista de atletismo en Lobos, Buenos Aires. Se hizo cargo de un grupo de corredores y comenzó a estudiar sobre entrenamiento.

“Cada cual tiene su objetivo, algunos quieren mejorar, otros pasarla bien un rato”, dice Cirone, mientras señala a un integrante del equipo que fuma un cigarrillo. “Acá ya son todos grandecitos, cada uno sabe lo que es bueno y qué no”, agrega. Sin embargo, la conversación cambia cuando surge el tema del pan que faltó en su plan de alimentación post-carrera.

El grupo, proveniente de Lobos, planeaba disfrutar de chacinados después de la carrera, pero el pan no llegó. A pesar de los chistes sobre la situación, Cirone es consciente de que su grupo incluye personas de diversos orígenes y objetivos. “La más importante para nosotros es la Uniendo Pueblos, los 30 kilómetros de tierra que se corren en Lobos desde hace más de tres décadas”, explica. Además, organiza premios internos en las carreras para fomentar la diversión, más allá de la competición.

Mientras se despiden de Buenos Aires, Cirone ordena: “Antes de salir, tenemos que encontrar una panadería”.

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