Es fundamental reconocer nuestras virtudes y defectos para vivir de manera plena. Esto implica conocerse, cuidarse y tratarse bien, permitiéndose pequeños regalos y practicando la gratitud. Las personas que creen que pueden con todo suelen anteponer a los demás antes que a sí mismas. En cambio, quienes son realmente potentes hacen de su bienestar una prioridad.
¿En cuál de estos grupos te encontrás?
Cuando no somos conscientes de nuestro potencial, privamos a los demás de nuestros talentos. Por ejemplo, si se tiene un don musical pero no se desarrolla, se impide que otros disfruten de esa habilidad. Por ello, es esencial reconocer nuestras fortalezas sin temor ni vergüenza. Quien identifica y valora sus habilidades puede aceptar sugerencias de mejora y crecer.
Una autoestima equilibrada es necesaria para descubrir y desplegar nuestras fortalezas personales. Todos destacamos en al menos un área, y nuestro valor depende de quiénes somos, no de lo que hacemos. Reconocer tanto virtudes como defectos nos permite autovalorarnos sin depender de la aprobación externa.
Para los padres, la mejor manera de criar hijos con una autoestima sana es modelar la aceptación y celebración de lo que hacemos bien, así como mejorar lo que hacemos mal. No sirve de nada decirles que se amen si no ven que nosotros también lo hacemos.
Es fundamental hacer las paces con nosotros mismos y multiplicar nuestras habilidades. Así podremos liberarnos de la opinión ajena y cumplir nuestros sueños.
Fuente original: ver aquí