La Antártida y Groenlandia se han convertido en dos de los termómetros del cambio climático. La pérdida de hielo en Groenlandia es monitorizada desde hace años, ya que influye no solo en el nivel del mar, sino también en el hundimiento del fondo marino. Se estima que los glaciares de Groenlandia han alcanzado un punto de no retorno, y sus implicaciones van más allá del nivel del mar. Un reciente estudio de la NASA señala que hay un beneficiado por el deshielo: el fitoplancton.
Y no es una buena noticia.
En corto. Hace unos meses se comentó que Groenlandia era cada vez más verde. Las estimaciones apuntan que, durante los últimos 30 años, la región ha perdido un 1,6% de su hielo, equivalente al área de Galicia. La temperatura del aire es unos 3 grados Celsius más alta en el periodo entre 2007-2012 que en el de 1979-2000, y ese deshielo está provocando un aumento significativo de agua dulce.
¿Cuánto? Según la investigación de San José State University y la NASA, se descargan hasta 266 millones de toneladas anuales al mar, especialmente bajo el glaciar Jakobshavn, el más grande de Groenlandia. Esto equivale a 1.200 metros cúbicos de agua dulce que se vierten al mar cada segundo. Como es agua dulce, es menos densa y arrastra nutrientes desde el fondo marino hacia la superficie.
Estos nutrientes son, principalmente, hierro y nitratos, que benefician al fitoplancton. Sin embargo, se trata de una anomalía, y los investigadores se preguntan cómo ese rápido crecimiento del plancton podría afectar al ecosistema. En el estudio, publicado en Nature, se detalla cómo, con un modelo desarrollado en el JPL y en el MIT, se simuló la interacción entre el agua del deshielo, los nutrientes y el fitoplancton.
Han descubierto que el crecimiento del organismo en la zona estudiada aumenta entre un 15% y un 40% en verano, momento en el que se da el punto máximo del deshielo, gracias a esos nutrientes que la corriente de agua dulce manda a la superficie. En total, la NASA ha observado que, entre 1998 y 2018, el crecimiento del fitoplancton en aguas árticas había aumentado un 57%.
Consecuencias. Por un lado, ese aumento del fitoplancton puede resultar positivo para la vida marina, ya que mejora la base del ecosistema al alimentar a más animales, y además el fitoplancton captura CO₂ atmosférico para hacer la fotosíntesis. Sin embargo, los cambios en temperatura, composición química y salinidad del agua pueden alterar los ecosistemas.
El estudio no lanza predicciones sobre lo que ocurrirá, pero es evidente que se trata de una modificación sustancial de las propiedades marinas en esa zona. Su conclusión es que esos cambios en la cadena alimenticia pueden modificar la composición de las especies marinas, afectando tanto al equilibrio del ecosistema como a las actividades pesqueras, que son un motor clave para Groenlandia.
El fitoplancton es minúsculo, pero es el alimento del kril y otros pequeños herbívoros que, a su vez, son la base alimenticia de animales más grandes, como peces y ballenas.
¿Solo en Groenlandia? Este estudio se realizó en una zona muy concreta, la del glaciar Jakobshavn, pero los resultados tienen implicaciones similares para los más de 250 glaciares marinos de la región y, posiblemente, para otros glaciares que terminan en el mar en otras regiones del mundo.
Los investigadores comentan que ese método de simulación es adaptable a otros sistemas y que, por tanto, es probable que otras zonas con glaciares vertiendo agua al mar también estén viviendo un fenómeno similar, modificando los ecosistemas y afectando tanto a la fauna como a las actividades pesqueras.
Por tanto, el deshielo de los glaciares ya no afecta únicamente al nivel del mar, sino que tiene el potencial de alterar el equilibrio ecológico de las regiones donde se produce.
Imágenes | NASA
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