Javier Milei creía que sería un paseo libertario el camino hasta las próximas elecciones; sin embargo, se ha convertido en un calvario. Las revelaciones de supuesta corrupción de funcionarios mileístas, las luchas internas en el Gobierno y la oposición que cuestiona los recursos públicos del Presidente conforman un escenario de tormento. “Están choreando” es la frase más destacada de la supuesta catarsis que Diego Spagnuolo, exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad, realizó en una conversación grabada. Él asegura que le informó al Presidente sobre hechos de corrupción, pero este hizo que lo desmintieran. La filtración de esa conversación es ilegal, a menos que la haya ordenado un juez, lo que no ha ocurrido en este caso. Aún no se sabe si la grabación fue realizada por algún agente de los servicios de inteligencia o si proviene de una empresa de medicamentos afectada por la corrupción.
Todo parece indicar que se trató de una conversación en un lugar público, ya que en la grabación se eliminaron las voces del interlocutor de Spagnuolo, lo que le resta legitimidad a la ilegalidad. Spagnuolo, amigo de Milei, disparó acusaciones contra su hermana, Karina, y su principal colaborador, Eduardo “Lule” Menem, quien se ha beneficiado en el ámbito político. En esos audios, se menciona que entre 500 y 800 mil dólares mensuales serían percibidos como sobornos por la compra de medicamentos destinados a discapacitados. Spagnuolo fue expulsado del Gobierno tras negarse a renunciar y ahora se rumorea que podría convertirse en imputado colaborador del juez y del fiscal. La conversación grabada muestra la confianza que existía entre él y el Presidente. Sin embargo, el primer despedido del Gobierno fue Spagnuolo, antes de una investigación formal. Ni él ni el Gobierno han desmentido la grabación. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ha dejado la investigación en manos de la Justicia y ha declarado que no pone “las manos en el fuego por ningún funcionario”, aunque confía en Karina Milei y en “Lule” Menem.
En el Congreso, Milei enfrentó otra crisis, ya que solo dos diputados lo salvaron de perder el superávit. El aumento de jubilaciones y el rechazo al veto del proyecto de ley sobre la emergencia en discapacidad amenazaron con afectar el superávit de las cuentas públicas. El Senado, por su parte, aprobó duplicar el presupuesto universitario, lo que podría anticipar el rechazo a un veto presidencial. Estos cambios en el Congreso se producen en un contexto donde el gasto en jubilaciones y discapacitados representa el 1,1 por ciento del PBI, frente a un superávit primario previsto del 1,3 por ciento. Milei ha dado de baja 110.000 pensiones irregulares, pero la auditoría sobre el número de discapacitados reales en el país sigue pendiente.
Respecto a su futuro, los analistas consideran que no habrá cambios drásticos en el panorama político inmediato. Sin embargo, existe la posibilidad de que Milei pierda en la provincia de Buenos Aires, aunque se espera que el oficialismo no sufra una derrota en las próximas elecciones nacionales. La ventaja de Milei radica en que no tiene adversarios nacionales con los que perder, ya que el peronismo enfrenta una crisis de renovación. La situación actual plantea interrogantes sobre la corrupción en el manejo de medicamentos para discapacitados y si existió alguna conspiración entre antiguos aliados.
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