Camila bailaba salsa desde su último año de secundaria. Iba a clases en un salón donde disfrutaba y se olvidaba de todo, era la actividad extracurricular que la hacía feliz y por eso no dudó en mantenerla al empezar la facultad. “Solo se sostiene aquello que nos apasiona y amamos de verdad”, sostiene como premisa en su vida. Por eso no la sorprendió encontrarse, tres años después, como estudiante universitaria sin abandonar esa danza que la seguía conquistando: ella seguía asistiendo al salón de salsa.
Con su pasión “contagió” a sus dos mejores amigas para que comenzaran a asistir, ya que era mucho más entretenido si el gusto era compartido entre todas. Por supuesto que ellas se anotaron en principiantes, y fue en ese nivel donde conocieron a Tomás y sus amigos, un chico que también había decidido comenzar.
Una propuesta laboral muy diferente
Se acercaba fin de año y en la empresa en la que trabajaba Tomás decidieron que aquella fiesta de fin de año sería diferente a todas las demás: organizaron un “Bailando por un sueño” entre empleados. Para eso quienes deseaban participar se podían anotar y tendrían todos los viernes profesores especiales y dedicados a preparar el show. A Tomás y sus amigos del trabajo les pareció divertido el plan y se sumaron a la propuesta.
Todos los viernes tenía clases con los profesores de salsa de Camila, y así de a poquito, se fue adentrando en el mundo salsero. Como el entusiasmo crecía, le atrajo la idea de expandir la experiencia más allá de la propuesta laboral.
Se anotó junto a sus amigos a las clases de salsa, por supuesto que fueron a la categoría de principiantes donde conocieron a las amigas de Camila, y al conocerlas a ellas también entabló relación con Camila.
Pero claro, la experiencia de su nueva compañera era mayor. Y por eso, no dejó de pensar al verla que esa atracción que sintió no llegaría a nada formal. Ella nunca le iba a dar una oportunidad, la consideró en el grupo de “las divinas”.
Dejó el casamiento por ella
En el mundo salsero existen lo que se llaman salseras, son como boliches pero donde la gente va con la finalidad única de bailar. Tomás y Camila comenzaron a verse en las salseras, charlaban un rato y bailaban en sus categorías. A Tomás ella le resultaba completamente inalcanzable porque estaba en el grupo avanzado, pero no podía evitar que le gustara y no perdía oportunidad de estar cerca y charlar todo el tiempo posible.
Con el paso de los días, Tomás también empezó a preguntarle a sus amigas por Camila y, como suele suceder en grupos de amigas tan cercanas, ellas rápidamente trasladaron el interés de él a su amiga. A ella, al principio, no le gustaba, pero de a poco empezó a sentir algo. Tenía un grupo de estudio y cada tanto Tomás con sus amigos iban de soporte a ese mismo grupo, era la oportunidad para conocerse un poco más.
Para Camila ya era evidente que Tomás buscaba cualquier excusa para acercarse a ella y buscar un tema de conversación. Más evidente aún le resultó una noche en que ella fue a la salsera y Tomás estaba en un casamiento pero decidió dejar la fiesta para ir, con su traje, a la salsera a bailar con Camila. ¿Era una prueba de amor? Para su mala suerte, Cami ya se estaba yendo con un amigo que la iba a acompañar a su casa, se saludaron y estuvieron charlando muy poco hasta que finalmente, ella, se tuvo que ir. Tomás se quedó solo, con su traje para impresionar, pero sin posibilidad de continuar la noche de conquista.
Salsa para toda la vida
Pero una noche, al azar, todo fue diferente. La conexión no se podía ignorar, los corazones de ambos latían en cada charla y se sentían. Bailaron y hablaron toda la noche, Tomás la llevó hasta su casa y al llegar, en la puerta, se dieron su primer beso cargado de espera y amor.
Estuvieron seis años de novios hasta que se casaron, sí, por supuesto que entraron a la fiesta bailando salsa y esa noche se siguió bailando salsa, una música que siempre los acompañó, suena siempre en su casa y que, después de tantos años, sus pequeños tres hijos ya conocen de memoria. Ahora no es tan fácil seguir yendo a la salsera, pero tratan, al menos dos o tres veces al año, de asistir a ese lugar donde son pura conexión.
Este año cumplieron diez años de casados, cuatro días antes de la fecha del aniversario Tomás la sorprendió a Camila con un viaje: por primera vez dejarían a sus niños durante cuatro días para ir a un viaje inolvidable en Lima donde fueron al recital de Marc Anthony y otras dos bandas de salsa. Fueron cuatro días para bailar como lo vienen haciendo, desde hace dieciséis años, desde ese momento en que sus pasos se cruzaron.
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