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Cristian Graf se refiere a los restos hallados en su propiedad

“Al pobre muchacho alguien lo enterró ahí y salió a la luz ahora por la obra, si no nunca más te hubieses enterado. Es terrible”. Con estas palabras, Norberto Cristian Graf rompió un silencio de tres meses tras la aparición de los restos óseos de Diego Fernández Lima, un adolescente asesinado hace 41 años y que había sido compañero de escuela del hombre que ahora es el único imputado por ese crimen.

Fernández Lima desapareció el 26 de julio de 1984, cuando tenía 16 años. Sus restos fueron encontrados accidentalmente en Coghlan casi 41 años después, por un albañil que trabajaba en una obra en el lote situado en la avenida Congreso 3748, que colinda con el chalet de la familia Graf.

La semana pasada, el fiscal Martín López Perrando imputó a Graf, de 58 años, por los delitos de encubrimiento agravado y “supresión de evidencia”, y solicitó que sea citado a prestar declaración indagatoria. Sin embargo, en los últimos días, el juez nacional en lo criminal y correccional Alejandro Litvack requirió más precisiones al Ministerio Público Fiscal sobre la imputación que pesa sobre el sospechoso.

En una conversación con el periodista de TN Sebastián Domenech, Graf intentó argumentar que los restos óseos fueron hallados en el terreno colindante y no en su propia propiedad, ya que, según él, se encontraron bajo la medianera, donde antes había una ligustrina, en una zona que anteriormente pertenecía a la vivienda vecina.

“Cómo pasó no sé”, añadió Graf, y aseguró que tanto él como su familia tienen “la conciencia limpia”. Indicó que no sabe si alguien “le plantó el cuerpo” de Fernández Lima, con quien había compartido dos años de estudios en el nivel secundario. La posición de los peritos que trabajaron en la escena del crimen difiere significativamente de la expuesta por Graf.

La directora para la Argentina del Equipo Argentino de Arqueología Forense, Mariela Fumagalli, explicó que la evidencia permitió inferir que el foso está situado en el lote de avenida Congreso 3742, que pertenece a la propiedad de la familia Graf.

A partir de la “lectura y limpieza arqueológica”, los peritos del EAAF estimaron que el foso donde fue enterrado Fernández Lima tenía 60 centímetros de profundidad, 1,20 metros de largo y aproximadamente 60 centímetros de ancho. Para los peritos, no hay dudas sobre el lugar donde fue enterrado el cuerpo, y el fiscal comparte esa certeza.

El periodista le preguntó a Graf si descartaba la posibilidad de que su padre estuviera involucrado. “Obvio que sí. Es mi papá, no puede ser. De la familia nadie. Ni se me ocurriría pensar eso”, aseguró Graf a pocos metros del lugar donde fueron hallados los restos óseos de Fernández Lima, y agregó que pone “las manos en el fuego por sus padres”.

A pesar de que el homicidio de Fernández Lima es un caso prescripto por el paso del tiempo según el sistema penal argentino, la Justicia continúa avanzando en la causa que rodea a la familia Graf.

El lugar del hallazgo de los restos y el hecho de que el ahora sospechoso y la víctima -que fue asesinada de una puñalada- se conocieran, enfocaron la investigación hacia Graf. Este negó en la entrevista haber tenido una relación de amistad con Fernández Lima, afirmando que no recordaba cómo era su antiguo compañero de estudios ni el momento de la desaparición y búsqueda del joven. “De ninguno de los compañeros me acuerdo, porque yo tenía otro círculo de amigos y por eso no me vinculaba con los chicos del colegio”, aseveró Graf.

Graf también resaltó que Fernández Lima “jamás” lo visitó en su casa y que tampoco conoce a la familia que esperó durante cuatro décadas noticias sobre la víctima, a quien pensaban como desaparecido.

“No tengo enemigos”, comentó Graf, y añadió que “los medios lo dieron como caso cerrado porque claro, como vieron que habíamos sido del mismo colegio”.

El hombre de 58 años, que ahora está en la mira de la Justicia, se refirió además a la familia Fernández Lima: “Lo lamento mucho por ellos, me hubiese gustado tener alguna respuesta para ellos para que sepan qué pasó, pero no la tengo ni nadie de mi entorno la tenemos”.

El sospechoso, acompañado de su esposa y sus abogados, concluyó que “el que me conoce me va a creer y va a haber gente que no”.

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