El coronel Argentino del Valle Larrabure, víctima de las atrocidades de los años 70 en Argentina, se erige como un símbolo de heroísmo y sacrificio. Su asesinato, ocurrido hace 50 años a manos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) tras 372 días de cautiverio, expone la degradación a la que puede llegar la irracionalidad humana.
El 11 de agosto de 1974, Larrabure fue secuestrado en la Fábrica de Pólvoras y Explosivos de Villa María. Su cuerpo fue encontrado el 19 de agosto de 1975 en las cercanías de Rosario, con evidentes signos de maltrato y abandono, pesando 48 kilos menos que un año antes.
Durante su cautiverio, Larrabure envió ocho cartas a su familia, instándolos a mantener la unidad y a perdonar a sus captores. Estas cartas han motivado al obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, a promover su beatificación, un proceso que está en su fase final.
En una reciente entrevista, su hijo, Arturo Cirilo Larrabure, expresó que “los jueces todavía tienen miedo y no quieren juzgar a los guerrilleros de los años 70”, recordando el asesinato del juez Jorge Vicente Quiroga en 1974, lo que, según él, marcó un quiebre en la justicia.
El coronel Larrabure nació el 6 de junio de 1932 en San Miguel de Tucumán y se destacó en su formación militar. Su carrera lo llevó a ser subdirector de la Fábrica de Pólvoras y Explosivos, donde fue secuestrado. Su figura es recordada en Buenos Aires con un busto en la plaza Mitre, inaugurado en los años 90, en reconocimiento a su sacrificio y a la memoria de aquellos que sufrieron durante la violencia política en Argentina.
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