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España alcanza récord de energía renovable, pero enfrenta limitaciones en su sistema eléctrico

España se posiciona como líder mundial en energías renovables, alcanzando en primavera el 100% de la demanda con energía limpia y superando los 10.000 GWh en julio, según datos de Red Eléctrica. Sin embargo, la situación presenta una paradoja, ya que a pesar del aumento en la producción de energía verde, las facturas de la luz continúan en aumento debido a una red eléctrica saturada y la falta de almacenamiento, especialmente durante las olas de calor que incrementan la demanda.

La abundancia que se volvió problema. En solo cinco años, España ha pasado a ser el segundo país europeo con mayor capacidad solar instalada, después de Alemania. Sin embargo, esta abundancia ha generado complicaciones. En mayo, los precios mayoristas de la electricidad cayeron a cero o incluso a negativos durante un tercio del mes. A pesar de la producción récord de 13.850 GWh en julio, las facturas de electricidad siguieron aumentando. Durante el día hay un excedente de energía barata, pero al caer la noche, la red no puede satisfacer la demanda, lo que provoca un aumento en los precios.

El escaparate de la transición energética. Desde el 15 de julio, España no ha generado electricidad a partir de carbón por primera vez en más de 140 años, un hito que refuerza su posición en la transición energética. Sin embargo, este éxito también ha afectado la rentabilidad del sector, con precios de proyectos de energía renovable que han caído significativamente en dos años.

El precio de correr demasiado rápido. A pesar de la rápida expansión de las energías renovables, la infraestructura necesaria para soportarla no ha avanzado al mismo ritmo. Desde 2020, España ha invertido solo 0,30 dólares en reforzar sus redes eléctricas por cada dólar destinado a nuevas plantas solares y eólicas, en comparación con los 0,70 de media europea. Esto ha resultado en más de treinta “nudos calientes” en la red, donde la saturación es crítica, especialmente en regiones como Cáceres y Badajoz.

La escasa capacidad de almacenamiento también agrava la situación, ya que la producción fotovoltaica disminuye al atardecer mientras la demanda permanece alta, obligando al sistema a recurrir al gas, cuyo costo ha aumentado en los mercados internacionales. En julio, el precio medio de la electricidad alcanzó los 164 €/MWh, lo que significó un incremento de entre 20 y 25 euros en la factura mensual de una familia media en comparación con el año anterior.

El calor tiene algo que decir. Las olas de calor del verano han incrementado la demanda eléctrica, que subió un 14% en junio en España. Esto ha generado presión sobre el sistema, ya que las centrales nucleares y térmicas han reducido su capacidad debido a la falta de agua fría para refrigeración. Aunque Francia ha sido el país más afectado, España también ha sentido la presión.

Un decreto a la espera del fin del verano. En respuesta a un apagón en abril, el Gobierno aprobó un decreto “antiapagón” en junio para reforzar la red y mejorar el almacenamiento energético. Sin embargo, este decreto fue rechazado en el Congreso, lo que ha llevado al Ejecutivo a buscar alternativas a través de reformas regulatorias que no requieran aprobación parlamentaria.

La otra cara del boom solar. Ante esta situación, el mercado está explorando soluciones como los contratos de compraventa de energía a largo plazo (PPAs) para asegurar precios estables. Además, grandes empresas tecnológicas han mostrado interés en establecer centros de datos en España, atraídas por la energía barata, aunque enfrentan obstáculos como la lentitud en los permisos y la falta de conexiones a la red.

No es exclusivo de España. Otros países también enfrentan problemas similares. Alemania necesita reforzar 14.000 kilómetros de líneas de alta tensión, mientras que en Escocia se ha llegado a pagar a parques eólicos por no producir energía. En Estados Unidos, hay cerca de 1.000 GW de proyectos renovables a la espera de conexión a la red.

Un futuro brillante entre las grietas. España tiene un gran potencial en energías renovables, pero su sistema eléctrico no está preparado para gestionar la creciente producción de energía limpia. La clave para el futuro de la transición energética radica en construir redes y mejorar el almacenamiento para convertir la abundancia solar en seguridad y precios más bajos. La pregunta es si España podrá superar estos desafíos a tiempo.

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