El 16 de abril de 1945, el ejército británico liberó el campo de prisioneros Stalag XI-B, donde miles de personas habían sido confinadas. A pesar de las condiciones extremas, los prisioneros mostraron una sonrisa de alivio al ver que su dignidad y humanidad eran restauradas.
Entre ellos se encontraba Emmanuel Lévinas, un filósofo que, a pesar de su sufrimiento, desarrolló ideas profundas sobre la ética y la relación con el Otro. Lévinas enfatiza que el rostro del Otro no puede ser ignorado y que nuestra responsabilidad ética surge de este encuentro.
En un contexto de violencia y horror, Lévinas sostiene que nuestra libertad se realiza plenamente en la relación con el Otro, y que deshumanizar a los demás es caer en nuestra propia deshumanización.
El filósofo utiliza palabras como rostro, guerra y hambre para cuestionar nuestros principios éticos actuales. Ignorar el sufrimiento del hambriento es desoír nuestra humanidad.
Ante esta realidad, diversas organizaciones humanitarias trabajan para asistir a quienes enfrentan crisis alimentarias. Cocineros como José Andrés, fundador de World Central Kitchen, se involucran en estas causas, ofreciendo alimentos a quienes más lo necesitan.
Otra iniciativa, Fogones por Gaza, busca ayudar a la población palestina afectada por la desnutrición, organizando eventos solidarios para recaudar fondos y enviar asistencia humanitaria.
La hospitalidad, fundamental en la gastronomía, se convierte en una práctica de humanidad, uniendo a las personas a través de la comida y ofreciendo un refugio ético en tiempos de desolación.
Carolina del Castillo es magíster en Arte y Cultura Contemporánea.
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