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Presentación de “Traidores del arte” en una bóveda de seguridad

La edición ampliada de “Traidores del arte”, de Claribel Terré Morell, se presentó en la casa central de una firma de resguardo de valores que busca captar la atención de coleccionistas.

Historias de gente que se ha quedado atrapada en bóvedas de seguridad; tramas de película en las que héroes y villanos franquean rayos láser y sensores. Los relatos que se oyen al final de esta fría tarde de invierno entre los asistentes a la presentación del libro Traidores del arte dicen mucho sobre la ansiedad, la curiosidad y la gracia que causa estar allí, por un lado, para escuchar hablar de robos y falsificaciones –expertise de la autora, Claribel Terré Morell- y, por otro, para conocer las instalaciones de una firma de resguardo de valores que antaño pertenecieron al Banco Mercantil.

Hasta llegar cuatro pisos por debajo del nivel de la avenida Corrientes al 600 (el segundo subsuelo estaría a la altura del túnel del subterráneo) hay que pasar un primer molinete, hacer la revisión de los documentos de identidad, someterse al detector de metales y, a partir de diferentes datos biométricos, dejarse reconocer sucesivamente por lectores de huella dactilar, faciales y de iris. Recién entonces, quien tenga una caja de tesoros, podrá sacar la llave del bolsillo.

Durante esta recorrida, las puertas de hierro se abren tras los pasos del gerente de la casa central de Ingot, que enseña las particularidades de este lugar donde nadie se cruza con nadie… a menos que quiera (las puertas por las que se entra no son por las que se sale, hay accesos directos desde cocheras y salas de espera privadas) y deja en manos de una especialista la visita a la bóveda de arte sobre la que, se jactan, no hay otra igual en la región.

En esta segunda edición del libro, que se consigue en librerías y tiendas de museos y centros culturales, Terré Morell sumó cuatro nuevas historias a la veintena que ya tenía investigadas. Las novedades del volumen ampliado pasan por un falso Picasso que aparece en una novela de Juan Carlos Onetti y obras de arte que enfrentaron a Parón y Franco, entre otras.

Si habrá tela para cortar: el tráfico ilícito de arte es el tercer delito más rentable en la región, después del de drogas y el de las armas. La autora, que hizo un curso de detective por Internet, se entrevistó con artistas, coleccionistas, policías de Interpol y ladrones de guante blanco para contar los sucesos con las herramientas del periodismo que ejerció desde mucho antes de dedicarse a la comunicación de arte.

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